MARÍA CORINA MACHADO NOBEL DE LA PAZ, DE LA PAZ DE LOS SEPULCROS
Karibeño Rebelde
Edición Nº 307
Máximo Jiménez
“Hoy, todos quienes defendemos los valores de Occidente, estamos con el Estado de Israel; un genuino aliado de la libertad, Maria Corina Machado.” Así escribió en la red social X el pasado 10 de octubre la ahora premio nobel de paz; vaya aliado de la libertad que admira la señora Machado; el estado convertido en el mayor asesino de niños en el mundo.
Tan contradictorio como que una cárcel Uruguaya se llame el Penal de Libertad o que a Álvaro Uribe le llamen en algunos medios “el gran Colombiano”, es que el premio Nobel de paz de este año le haya sido concedido a una promotora de las guerras.
Antes de ella, los expresidentes Barack Obama y Juan Manuel Santos se habían hecho con la distinción a pesar que el primero promovió invasiones militares de su país a otros pueblos y el segundo fue ministro de guerra en el periodo de los “falsos positivos”; no es de extrañar pues que en esta ocasión la señora Machado sea la galardonada; queda claro también que hoy el comité Noruego otorga el Nobel no a quien evite las guerras, sino a quien las patrocine.
Entregar el Nobel de Paz a una impulsora de la invasión militar contra su propio país no es un hecho al azar; se trata del deseo de investir de autoridad mundial a una aliada de las políticas de guerra de la dupla Trump-Netanyahu que representan hoy justamente lo contrario a la Paz y a la estabilidad de pueblos y países.
Se trata de continuar destiñendo la alta autoridad de un galardón como este y de seguir apropiando para sus propios fines el significado de palabras y de símbolos.
Por eso Trump, Bukele o Milei hablan sin desparpajo en sus discursos y eslogan de libertad y de revolución y repiten cada tanto la palabra pueblo mientras apalean, encarcelan y asesinan gente en sus propios países; hablan de democracia mientras promueven dictaduras. Y tienen la estatua de la libertad justo en el país que hoy encarcela a la gente por su origen, su color de piel y su estrato social.
Las guerras actuales también se libran en los micrófonos, en los periódicos y en las redes sociales para tratar de sacar ventaja contra el oponente o para generar opinión a favor de los aliados y debilitar al enemigo.
En esa lógica nada más importante que generar una figura mundial que pide a la potencia dominante que “ayude a liberar a su país”; al fin y al cabo es la voz de auxilio de una premio Nobel de Paz y difícilmente se desestima una voz autorizada de ese perfil.
No es descabellado entonces pensar que otorgarle el premio Nobel de Paz a María Corina Machado hace parte de la estrategia norteamericana que busca legalizar una acción militar de agresión contra Venezuela que le permita a su vez reposicionarse de mejor manera en el continente al que nunca ha renunciado a considerar como su “patio trasero”.
Ya antes los Estados Unidos “ayudaron a liberar” a Libia, a Irak, a Afganistán y aquí en el vecindario a Panamá. Y hoy tiene sus manos metidas en Gaza, en Sudán, en Yemen y en el Congo; cientos de miles de muertos, millones de desplazados, miles y miles de huérfanos, países destrozados y sin encontrar aún la senda de la estabilidad, son el resultado de esa “ayuda” que siempre ha ido tras de las riquezas y no de la democracia, algo que no practican en su propio país.
Van tras los recursos naturales, no de la libertad, esa misma que solo existe en los Estados Unidos para los millonarios.
María Corina Machado sabe eso y conoce los resultados catastróficos de esas intervenciones militares, sabe que en Gaza más de 20 mil niñas y niños han sido asesinados por el “genuino aliado de la libertad” como describió a Israel en su trino y aún así continúa buscando ganar una opinión favorable a la agresión contra su país y muy a pesar de eso el comité Noruego la reviste con el premio Nobel de la Paz; el Mundo patas arriba como dejara escrito Eduardo Galeano en uno de sus tantos escritos.