“LA ESENCIA PARA HACER LA REVOLUCIÓN
ES QUERER Y AMAR A LA GENTE”
Manuel Pérez Martínez
Camilo y Manuel, de apellidos Torres y Pérez, sacerdotes revolucionarios asumieron la realización del amor eficaz como la esencia de su compromiso de lucha; cuando en sus ejercicios pastorales y el contacto con la realidad, se vieron cara a cara con las injusticias, la desigualdad, la explotación y la ausencia de derechos para millones de personas.
Ambos, Camilo y Manuel, en el desarrollo de sus practica sociales fueron identificando que no bastaba la caridad hacia el prójimo que padecía hambre y otras necesidades. Para transformar más estos padecimientos en oportunidades de vida se hacia urgente y necesario realizar la revolución, única manera de satisfacer la sed de los sedientos, el hambre a los hambrientos, dar vestido al desnudo y sobre todo devolver la dignidad a las mayorías populares excluidas y ofendidas.
De esta manera muy sencilla se señaló que el camino de la lucha revolucionaria no solo era necesaria, sino un deber ineludible de cristianos y de todos los revolucionarios para alcanzar una sociedad de amor. Para Manuel y Camilo esa lucha precisaba encarnarse en el en el pueblo.
LA VIOLENCIA SOPORTE DE LA INJUSTICIA
La Colombia de los años 60 y 70 estaba encendida por una violencia desatada desde el poder oligárquico, que se prolonga hasta hoy. El asesinato del líder popular Jorge Eliecer Gaitán fue ejecutado para impedir el acenso al gobierno de una alternativa democrática y popular que restaurara la moral y la justicia en el país.
Camilo y Manuel entendieron que la violencia desde los ricos se hacia para sostener la miseria, la pobreza y la explotación al pueblo y los bienes de la nación. Esta realidad los llevó a decidir el camino de la lucha armada, porque ante un Gobierno tirano es legitimo ejercer la violencia revolucionaria, sin abandonar otras manifestaciones de la lucha popular.
La cuestión fue muy clara para los dos guerrilleros del amor eficaz. La violencia hacia el pueblo cobró la dimensión de una guerra contra el pueblo, organizada desde el poder de la oligarquía y el imperialismo, dándole un tratamiento criminal a todas las expresiones de inconformidad social, a los conflicto sociales. Enfrentar esa guerra de muerte y terror se constituyo en un imperativo.
TRIANGULO DE LA MUERTE
Camilo dijo que la oligarquía cerraba todas las posibilidades de una toma del poder por vía pacifica. Por ello para construir amor eficaz se debía remover todas las estructuras generadoras y protectoras de los privilegios para las minorías.
Manuel Pérez en un mensaje para el mundo en 1996, llama a ese poder de las minorías, “El Triangulo de la Muerte”. Dice Manuel que: “somos consientes que nos enfrentamos a un poderoso triangulo de la muerte conformado por militares, paramilitares y narcotraficantes. Lo que hemos denominado Narcoparamilitarismo articulado fuertemente a la estrategia norteamericana que la da sentido y orientación.
En esta maquinaria de la necropolítica participan empresarios, hacendados, medios de comunicación, toda la clase opresora y explotadora.
No es muy difícil advertir que sin derrotar la política de la muerte no habrá posibilidad de abrir el curso a un proceso en el cual comience a caminar una nueva nación, en donde todos lo colombianos y las colombianas quepamos con vida digna y equidad social.
PAZ: PARTICIPACIÓN DE LA SOCIEDAD
Superar la guerra es uno de los propósitos de Colombia en los últimos 30 años. De nuevo acudimos a Manuel Pérez: “mantenemos la certeza en la posibilidad de una solución política al conflicto social y armado, en donde las mayorías populares son forjadoras activas de su futuro digno.
Presencia y protagonismos social es determinante para una paz llena de justicia social y ambiental, equidad étnica y de genero, buen vivir y libertad. Manuel señaló el escenario de una convención nacional donde juegue un papel destacado la activación de la sociedad. Allí la clase popular tendría la oportunidad de ser sujeto de transformación.
Colombia debe ser una nación de alegría y vida en abundancia para que esta sea una generación libre y no de esclavos.