El Karibe dialoga en medio de la violencia
La violencia de los poderosos es uno de los mayores problemas que ha golpeado a los colombiano durante siglos, usada para someter a los pueblos, controlar sus territorios y los espacios de poder, bien sea para la acumulación de tierras, por las rutas para el narcotráfico, para la explotación de los recursos naturales por parte de las transnacionales, entre otros; estas son solo algunas de las causas que han dejado como consecuencia, en los últimos 60 años, 270. 465 muertes, en el marco del conflicto armado. Cifras emitidas por el observatorio de Memoria y Conflicto.
Los grupos de poder y el fallido Estado de derecha han ejercido la violencia, bien sea a través del paramilitarismo, las fuerza de seguridad del Estado y la complicidad entre ambas para someter al pueblo y la sociedad colombiana. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), tiene “un universo provisional de 72.492 víctimas atribuidos a miembros de la fuerza pública, paramilitares y a otros agentes del Estado”, como ellos mismos mencionan en su portal. Lo que causa una creciente espiral de violencia que parece no tener fin.
“El paramilitarismo viene impuesto por los Estados Unidos desde el año 1962, antes de que nacieran las Guerrillas como el ELN y las FARC, en el 1.964. En el año 62 vino una misión del ejercito norteamericano comandada por el general Willam Yarborough de la Escuela Especial de Carolina del Norte. Esa misión tenía como objetivo analizar la situación de seguridad de Colombia y algunos países de América Latina.
Cuando se fueron dejaron unos documentos secretos, donde había un eje principal, que era la organización inmediata de grupos mixtos de civiles y militares, cuyo objetivo era eliminar los grupos simpatizantes del comunismos. En esos documentos tienen unos documentos ultra secretos donde se habla de comenzar a ejecutar acciones terroristas paramilitatres para contrarrestar los simpatizantes del comunismo”. Javier Giraldo
Karibe, diálogos y violencia
Esta violencia desmedida, en el Karibe ha dejado un aproximado de 80 mil víctimas en seis décadas, motivando a distintos gobiernos a buscar la paz en múltiples oportunidades, una paz basada en la desmovilización de las guerrillas y no en la solución de los problemas que aquejan a los colombianos, ni en la erradicación de la violencia creada por el paramilitarismo. Lo que los ha llevado al fracaso.
Hoy en medio de los Diálogos de Paz del Gobierno Nacional y el ELN, el Karibe vive una nueva arremetida por parte del paramilitarismo, con mayor violencia, la parapolítica se apoderó de casi todos los espacios de poder y los asesinatos siguen abultando las cifras de las estadísticas, solo en el 2024, cinco líderes sociales han sido asesinados en el primer trimestre, esto sin mencionar los desplazamientos forzados, como los de las casi 20 familias que fueron desplazadas en el municipio Chiriguaná del Cesar -eso solo por mencionar algunos- y las violaciones a los derechos humanos.
Práctica que se replica en el resto del país, donde hay un aproximado de 50 líderes sociales asesinados, según la JEP. Esto sin mencionar a los periodistas de medios alternativos asesinados, como es el caso de Jaime Vázquez asesinado en Cúcuta, por las constantes denuncias contra la corrupción. Casos que no deben seguir quedando impunes.
El Karibe colombiano se encuentra en el foco por la crisis humanitaria que genera la violencia del conflicto armado; múltiples organizaciones sociales y medios comunitarios hacen la denuncia pública, sin embargo las autoridades no se pronuncian al respecto e insisten en negar la existencia del paramilitarismo, a pesar de todos los vídeos, panfletos y comunicados que ellos mismos difunden por las redes sociales y las denuncias realizadas por distintos sectores del país. Cabe decir que no hay más ciego que el que no quiere ver.
La solución al conflicto Político, social, armado y ambiental, solo se logra con la participación de la sociedad, en donde de verdad las y los históricamente excluidos tengan poder de decisión.
En diferentes territorios del país, como Bogotá, organizaciones sociales, ambientales y juveniles a través de la plataforma X, han denunciado el fortalecimiento y expansión del proyecto paramilitar en esa ciudad y otros territorio del país.