INSURRECCIÓN

LA OLIGARQUÍA GLOBAL Y LA DE AQUÍ

Comando Central (COCE)

Editorial Insurrección No. 967


Tronó el presidente Petro en contra de la oligarquía global, en su discurso en la Asamblea General No. 79 de la ONU, pero con la oligarquía local desarrolla pactos de ‘borrón y cuenta nueva’, con los que ‘reencaucha’ al viejo régimen.

Mientras tanto en el Congreso los representantes de la élite dominante, aplaudieron que el Gobierno progresista aumentara en un 28 por ciento los pagos de intereses por la Deuda Externa a la oligarquía global, representada en el Fondo Monetario Internacional (FMI); pagos que no amortizan la Deuda y solo cubren los intereses, que en 2025 devorarán una cuarta parte del Presupuesto General de la Nación, tasado en 524 billones de pesos.

Conclusión 1: la oligarquía de acá y el Gobierno progresista están de acuerdo en mantener al país esclavizado financieramente ante la oligarquía global, pagando intereses de la Deuda Externa, en vez de pagar la Deuda Social.

En el Presupuesto General de la Nación destinan el 87 por ciento a cubrir el Gasto Corriente, que paga la burocracia, los gastos de guerra y los intereses de la Deuda Externa, decisión que es compartida tanto por la oligarquía local, como por el Gobierno progresista.

Conclusión 2: la maquinaria que custodia y reproduce el viejo régimen, la financian con el Gasto Corriente, por lo que la oligarquía local y el Gobierno progresista están aliados para perpetuar este régimen, que persigue y elimina opositores.

En el Congreso de la República el Gobierno progresista presentó un Proyecto de Ley de Financiamiento, en el que se incrementarían los impuestos y tributos a los grandes capitalistas, para dejar de ‘cargar en hombros’ de las capas medias y bajas de la sociedad el peso del financiamiento del Estado; este intento de justicia tributaria de forma inmediata fue vetado por los partidos que representan a la oligarquía local.

Conclusión 3: La oligarquía local hace uso de la fuerza que le da la mayoría que posee en el Congreso, para impedir cualquier reforma que altere sus privilegios, así sea mínimamente.

El Gobierno progresista no hace ruptura con el viejo régimen oligárquico, lo que demuestra que están cerradas las vías legales para que el pueblo se haga con el poder y gobierne a favor de la gran mayoría de la sociedad; queda seguir el camino de la democracia de la calle, de la movilización, organización y lucha popular, para lograr las transformaciones que urge Colombia.

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