RECONSTRUIR LA MOJANA PARA EL RENACER DE LA VIDA
Karibeño Rebelde Edición Nº 254
Por Luis Carlos Guerrero S.
La Mojana, un extenso territorio que en mayo de 2024 vivió una de las mayores inundaciones que sacó a flote una pronunciada crisis social con pobreza incorporada. Es una con tradición tremenda: un maravilloso cuerpo que sufre de muchas enfermedades. Un territorio con funciones de regulación de los cauces de los ríos que padece fuertes inundaciones.
La Mojana es una planicie inmensa donde confluyen municipios de 4 departamentos: Antioquia, Bolívar, Córdoba y Sucre. Tiene una área total de 220.578 hectáreas. Cuatro grandes ríos están presentes en su territorio, los ríos Nechí, Magdalena, San Jorge y el Cauca. Tierra de centenares de ciénagas, caños y arroyos donde nacen, juegan, coquetean alegres hermosas millonadas de peces, hicoteas, ponches, chigúires, caracoles, bagres, morrocoy, babillas, caimán, garzas y toda una mágica diversidad donde los primeros pobladores, los indígenas Zenues, convivían en armonía con sus ciclos de inundaciones y sequías.
En las tierras de La Mojana nació una cultura que se denomina CULTURA ANFIBIA por su capacidad de adaptación a los tiempos y ciclos vitales de invierno y verano, viviendo en las aguas y en la tierra.
Para los indígenas la abundante agua en los tiempos de intenso invierno no era considerada un problema y era aprovechada, igual que la sequía, para fertilizar la vida aprovechando las subidas y bajadas de las aguas.
El territorio estaba dividido en tres franjas o provincias. Una franja de La Mojana llamada Panzenú era utilizada como franja productiva agrícola donde estaban las tierras un poco mas altas, otra franja llamada Finzenú, gobernada por una mujer, era el centro cultural y religioso y la otra franja la Zenufana era la de producción de oro para el arte de la orfebrería.
Cada franja tenia como referencia un rio y cuerpos de aguas tales como ciénagas y caños. Estas franjas o provincias se complementaban entre sí. Para el caso de los alimentos los producían los agricultores y pescadores y los cuerpos de aguas eran las autopistas que facilitan el transporte para la distribución e intercambio de la producción. A pesar de las inundaciones se daban cultivos agrícolas intensivos y permanentes, es decir, durante todo el año.
LAS VIVIENDAS Y EL SISTEMA DE CANALES
Se debe preguntar. ¿Si La Mojana son tierras bajas y planas cómo vivir garantizando que sus viviendas no se las lleve el agua?. Muy sencillo. Los Zenues establecieron sus viviendas sobre unas plataformas de 2, 3 y 4 metros de altura o casas de zancos, palafitos o casas de tambos. Eso les permitía que las crecientes de aguas pasaran por debajo de sus casas o chozas o bohíos y además pescaban desde ellas mismas. Las viviendas se construían teniendo en cuenta el sistema de canales de aguas.
Para regular los tiempos de sequía e inundaciones y aprovechar el agua los Zenúes construyeron un sistema de canales hidráulicos que mantenían el fluir de las aguas en las planicies anegables sin represarlas. Todo este sistema de canales mantenía la humedad del suelo durante el verano. La historia nos dice que los Zenúes construyeron miles de hectáreas con el sistema de canal en tierras de ciénagas.
Cuando era tiempo de verano se limpiaban los canales y los sedimentos se depositan al lado, lo que sirve para nutrir la tierra, y se aprovechaban sus pastos; y en los tiempos de invierno el agua fluía alegre y volantona con sus millones de mariposas amarillas que sirvieron de inspiración a García Marqués en sus creaciones literarias. Los indígenas Zenúes trabajaron bien la adaptación climática, pilar de cualquier alternativa ambiental hoy en día.
Hasta los primeros españoles quedaron maravillados con el sistema de vida de los Zenúes. A partir de la invasión española se introdujeron instrumentos y herramientas como el machete, el hacha, el cuchillo y el ganado. La canoa de convirtió en un champan, se le colocó una punta de hierro al palo cavador, se utilizó fuego para quemar el monte y convertirlo en rastrojo o en pasto y facilitar la siembra y apareció la ganadería. Esto lo dice Orlando Fals Borda en la historia doble de la costa en el tomo 1 Mompóx y Loba.
LA DESGRACIA DE LA MOJANA
Muchas de las técnicas de adecuación de tierras, sus drenajes y sistemas de adaptabilidad climática fueron abandonadas desde hace siglos, casi en el mismo tiempo cuando se da la llegada de los colonizadores europeos. Con el paso del tiempo se viven profundas transformaciones en La Mojana. Las tierras comunales o ejidos de uso colectivo son apropiados individualmente y extensas tierras de ciénagas se convierten en potreros inmensos para la ganadería por una clase terrateniente. Se pasa de la cría de ganado para la seguridad alimentaria, a una ganadería extensiva y de exportación. La tierra adquiere valor comercial y es expresión de poder.
Grandes extensiones de tierras de las parte un poco más alta en La Mojana corren la misma suerte. Se rompe la dinámica colectiva de la tierra y el flujo de las aguas. Miles tal vez millones de seres humanos, en su mayoría indios, campesinos pobres y familias son despojadas y desplazadas. Se llena de terratenientes La Mojana entre ellos la familia Uribe que tiene grandes haciendas ganaderas allí.
La producción de oro que se utilizó por los Zenúes para cultivar el arte, se masificó e industrializo con la llegada de las dragas de empresarios y compañías mineras desplazando al pequeño minero y al indígena. Lo del entorno era representado en piezas de oro. Igual hacían narigueras, collares, entre otros.
Numerosos estudios nos dicen que la orfebrería de las comunidades indígenas representaban a las aves, garzas, patos cucharos y patos agujas, búhos, águilas, gallinazos, chorlitos, guacamayos, también representó mamíferos como micos, osos hormigueros, jaguares, tigres, venados y ardillas en reptiles y peces.
Este uso y consumo del oro se cambio. Las dragas en el Río Cauca se comen los cursos del mismo, sedimentan y contaminan sus aguas solo para colocar este ejemplo cotidiano en los ríos de La Mojana. La gran explotación minera y la de pequeños mineros que van detrás de las dragas sobreviviendo de sus sobras alimentan las aguas de La Mojana de Mercurio. De tal manera que la población de La Mojana es hoy una de las que tiene mas nacimientos de niños y niñas con labios leporinos; la mayor tasa de personas con diálisis de edades que oscilan entre 30 y 40 años.
No se queda atrás la deforestación a la que ha sido sometida y que todavía actúa a favor de la sedimentación y arrastre de tierras a las partes bajas por que la tierra pierde estabilidad. Más apertura de fincas de los poderosos terratenientes, menor sostenibilidad de la tierra que se va hacia las partes bajas de La Mojana.
El reciente desplazamiento de 37 mil familias en mayo del 2024 no es responsabilidad de Caregato. Ese señor, es un anuncio de la crisis ambiental, social y la hambruna que padece La Mojana, un territorio bendecido por la abundancia pero maldecido por el capitalismo.
UN CAMINO POSIBLE
Hay un camino posible para sacudir a La Mojana de la crisis. Hay una cultura anfibia que debemos recrear, recuperar y entretejer partiendo de reconocer que todavía la tecnología y cosmovisión ancestral de los Zenúes tiene vigencia.
Es posible reconstruir La Mojana con la participación de las comunidades de manera plena y autodeterminada teniendo en cuenta que hoy es una población compleja e intercultural que tiene una extensa memoria que debe ser activada. Es necesario re-ordenar el territorio para vivir a plenitud.
Quizás el único criterio que debemos colocar como rector de la reconstrucción sea limitar al máximo la corrupción y que no prime el negocio de la construcción de infraestructura por que detrás de la crisis hay gente que quiere sacar dinero de esas desgracias.
Ya ha pasado que se ha invertido 50 mil millones para después reconstruir con 100 mil millones, como ha sido la historia de Caregato creando falsas soluciones que llenan los bolsillos de constructoras.