Karibeño Rebelde,  voz elena

MANTENER ENCENDIDO EL FOGÓN DE LA DIGNIDAD

Nacimos hace 61 años. En este corto tiempo de lucha nuestra misión ha estado en alimentar los fogones de la dignidad nacional y popular. Seguir en esa consecuencia es el reto.

Luís Carlos Guerrero

Allá en un barrio Victoria de la ciudad Milagro, un vecino en una vivienda grita: «amor conecta el gas y prende la estufa con el yesquero para hervir el agua. No dejes que se apague la llama. Tu sabes, por tu experiencia, que a veces viene un buen chorro de gas y otras veces es poquita la fuerza con que llega; amor aprovecha que está fuerte el chorro».

Para esta familia es vital tener la llama encendida para poder cocinar los alimentos que sostienen la vida, también desde el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la misión que nos hemos asignado, los y las guerrilleras es mantener encendida la llama de la revolución. Llama que han encendido los pueblos en sus luchas por hacer posible una nación de la dignidad capaz de sostener una sociedad del amor eficaz.

Que bien se escucha cuando el vecino dice «hay mija no hay que dejar que se apague la llama. Hay que mantenerla encendida por que después que se apaga cuesta mucho encenderla de nuevo». Cuando la leña, el impulso de pueblo, se apaga, cuesta mucho reanimar su movimiento. Por ello el deber más importante de los elenos y elenas es no dejar que se apague la llama de la lucha. Debemos ser buenos fogoneros y atizadores para que la llama de la dignidad no se apague y se mantenga, aún en aquellos momentos en que medio alumbra y medio está encendida o está en meras brasas.

Esa llama es la que el enemigo ha querido apagar por todos los medios más sanguinarios y crueles. Cuantas veces no han dicho los oligarcas con sus poderosos medios de distorsión que el ELN está acabado. Por estar untados y pegados de pueblo es que renacemos desde las cenizas, desde las brasas que han quedado prendidas en los fogones de los combates guerrilleros.

Cuando el vecino dice no dejar apagar la llama por que después cuesta mucho encenderla, también nos puede estar diciendo que si dejamos la lucha armada cuesta mucho volver a organizarla. Emprender de nuevo el camino de la lucha armada revolucionaria nos costaría mucha leña, mucho pueblo, mucha sangre. por que un fogón apagado, sin brasas, es la muerte de la llama, la muerte de un pueblo, la muerte de la vida. Al fin y al cabo la llama, por muy débil que sea, es expresión de la vida, de la permanencia en el tiempo de un proyecto de vida que somos el ELN.

SER FOGONEROS POR SIEMPRE

Hay que arrimarle un pedazo de leña de la buena para que vea como se crece la llama. Quien ha cocinado con leña sabe que tenemos que escoger la mejor para que pueda mantenerse la fogosidad, para que arda el fogón dicen en mi tierra. Podemos decir que la leña es el pueblo y mientras mejor sea su lucha más profunda y amplia va a ser la revolución. La fuerza de los pueblos, una buena leña encendida o un buen chorro de gas, es la que produce una buena y profunda revolución. Si la llama es débil significa que poco pueblo participa. Y si la llama es inmensa, que ruge cuando le echamos aire, es por que el pueblo viene con un torrente de fuerza como los estallidos sociales, las insurrecciones populares, los levantamientos armados.

Una buena leña para producir una buena llama también significa que debemos seguir logrando que los hijos e hijas del pueblo más conscientes y comprometidos sean los fogoneros, los atizadores de la candela, para hacer que el chorro de gas que llegue a la estufa sea más fuerte. Ese chorro de gas, los pueblos en acción, que haga posible con su fuerza cocinar los objetivos de la revolución con buen sabor, buena sazón, el sazón de la vida con dignidad para todos los seres vivos y la sociedad. Como dice la líder afro de Colombia Francia Márquez: “donde la dignidad se vuelva costumbre”.

La fortaleza del ELN, a los 61 años de ser fogoneros reside allí en la fuerza del torrente popular resplandeciente, fuerte, iluminando con su llama fuerte y vigorosa, caminando y alimentando una sociedad nueva que construimos en cada acción cotidiana.

Cuando se dio el estallido popular en Colombia, el 21 de abril del 2021, vimos los fogones de la dignidad alumbrando en toda Colombia. Fueron millones de fogones prendidos, con buena leña y buen gas, durante más de dos meses. El chorro del gas duro ese tiempo con mucha fortaleza y la leña que alimentó los fogones contó con buenos atizadores y fogoneros, los liderazgos de las mayorías indignadas. Las mayorías se sacudieron de ese peso brutal de la esclavitud y la opresión de cientos de años. Ese fogón de la lucha popular ha hecho revolución: un cambio de conciencia en una mancha social del pueblo.

Desde esa fecha nuestro pueblo no es el mismo, ni tampoco los elenos y elenas somos ni debemos ser los mismos. Allí quedo plasmado un hecho significativo, los cambios en la conciencia del pueblo. Conciencia que quieren apagar los opresores con los extinguidores de la muerte, las bombas, metrallas y sus mentiras.

UNA REVOLUCIÓN DE LOS FOGONES VIENE EN MARCHA

Viene marchando en Colombia, desde hace tiempo, una revolución que bien podríamos denominarla una revolución de la conciencia la cual seguirá ardiendo con distintos tonos y fuerzas, desde la visibilidad, desde la profundidad, a medio aparecer o en plenitud. Lo fundamental es que la conciencia crece, se hace gigante y se acrecienta. En Bogotá ahora en el mes de junio se realizó el concierto de la esperanza y allí más de 50 mil gentes de pueblo estuvieron, un chorro de juventud presentes. Este es apenas un signo de que nuevas oleada de gas y de buena leña siguen y otras están por venir y para eso debemos prepararnos. No hay resistencia sin ofensiva. Y no hay oportunidades para aprovechar sin preparativos.

Los fogones son muchos. Decimos los elenos y elenas que está el fogón de la lucha social, la lucha armada revolucionaria, la lucha ideológica, la lucha económica, la lucha política y ambiental, la lucha por la unidad del pueblo. Son todas estas luchas las que nos iluminan, las que se expresan en la realidad de la lucha popular.

De la articulación, unión y fortaleza de todas estas luchas depende el chorro de expresión de poder o la capacidad de poder que vayamos cocinando, en este caso como vamos formando EL FOGÓN MAYOR DEL PODER DEL PUEBLO que sea capaz de incendiar la pradera para derribar los muros de la oscuridad e iluminarlos con las llamas fecundas de la vida y la libertad.

Por la dignidad nacional… hasta la muerte.

Por la soberanía popular… ELN siempre combatiente

Desde la ciudad Milagro, Luís Carlos Guerrero para Karibeño Rebelde.

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