Actualidad,  Karibeño Rebelde

VIVIENDO CON EL COCO LA REALIDAD DE LOS NIÑOS COLOMBIANOS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA

Karibeño Rebelde

Edición Nº 300


La edición 300 del Karibeño es dedicada a las víctimas más vulnerables de Colombia, como una forma de honrar la labor periodística, siendo la voz de quienes han visto las caras más aterradoras de la violencia, los niños y niñas colombianos.


Colombia un país con gran sentido de familiaridad, donde todos son compadres y comadres, sin ahijados de por medio, o primos, aunque no tengan lazos sanguíneos, donde los niños aún juegan en las calles y con el barro, en una era tecnológica, eso son privilegios que ya casi no se cuentan. Existe un monstruo que los acecha, les roba la sonrisa, las posibilidades y los sumerge en un mundo de violencia que no les pertenece, no se esconde de nadie y la mayoría de las veces hasta los papás son víctimas de él. El Coco.

Este despiadado monstruo que se pasea por todas las regiones del país, ensañándose con los niños de las zonas más vulnerables, los indígenas, los afrodescendientes y acampando en unas regiones más que en otras, es aliado del empobrecimiento que genera el fallido Estado de derecha, creando un oscuro panorama de miseria, desnutrición, falta de acceso a la educación y salud. Situación que rompe con los sueños de los niños e intenta borrarles la sonrisa.

Falta de acceso a la educación

Una de las tantas caras de este monstruo despiadado es la falta de acceso a una educación de calidad, para todos y todas las niñas colombianas, mayor mente reflejado en las zonas rurales y donde más se presenta el conflicto armado, es aquí donde el Coco se roba el futuro de las y los niños, debido a que la educación es una herramienta fundamental para acabar con el ciclo de pobreza y violencia. Para el 2025, según un reportaje publicado el el portal El tiempo, más de 926.000 niños, niñas y adolescentes no asisten al colegio en el país.

La deserción escolar es uno de los problemas más alarmantes en este sector debido a que solo en el 2023, 335.364 menores abandonaron los colegios. Esto se debe a múltiples factores, falta de infraestructuras en buenas condiciones, pobreza extrema, donde los niños se ven obligados a dejar los estudios para trabajar. En las zonas rurales la falta de acceso a escuelas cercanas y la falta de vías y transporte que garantice la asistencia a las instituciones, muchas veces obliga a los niños y niñas a caminar largas horas para asistir a clases, por lo que en muchos casos terminan desertando.

En las zonas rurales del Cesar, Magdalena, entre otros, los representantes y la comunidad educativa en general han protagonizado este 2025, diversas protestas para exigir la activación del transporte escolar, sin embargo las autoridades se hacen oídos sordos al clamor de los estudiantes, por lo que luego de la intervención de las autoridades, como alcaldías y demás, los acuerdos a los que llegan quedan en nada y las posibilidades de seguir estudiando se desvanecen.

El hambre, una de las peores forma de violencia

El hambre y la desnutrición son una de las peores formas de violencia que padecen los niños y niñas colombianos, según el último informe de la fundación Éxito, uno de daca nueve niños menores de cinco años en el país sufre desnutrición crónica. Este tipo de desnutrición deja consecuencias de salud y en el aprendizaje de por vida.

Para el 2024 más de 35 niños murieron de desnutrición en la Guajira. Y para el 2025 el Cesar fue uno de los departamentos con mayor indice de desnutrición, quedando en el octavo lugar, con un total de 512 casos de menores de cinco años con desnutrición aguda, moderada y severa. Un aumento del 4% con respecto al año anterior.

La verdadera violencia contra la infancia en Colombia es causada por un Estado que no es capaz de garantizarle alimentación y salud a los niños, convirtiéndose en el verdadero Coco, ese monstruo que se roba la esperanza y las posibilidades, debido a que los niños que padecen desnutrición aguda tienen menos posibilidades de salir de ese ciclo de miseria debido a que según estudios los y las niñas que han padecido desnutrición tienen 50% menos posibilidades de encontrar empleos que le permitan salir de su circulo de pobreza y menos posibilidades de terminar su escolaridad.

Es justamente esa falta de oportunidades que padece el pueblo colombiano la causante en gran medida del conflicto armado, el hambre, la miseria, la falta de acceso a la salud y más, han generado una guerra de más de medio siglo, donde unos luchan por unos derechos para todos, mientras los que desde siempre han estado en el poder luchan y arremeten para seguir con los privilegios, usando el arma más violenta, la pobreza. Son ellos los que se roban los sueños de los niños y jóvenes colombianos, que al no encontrar oportunidades entran en las garras de la delincuencia y el narcotráfico, son engañados por el paramilitarismo. Y como una opción de lucha contra el verdadero Coco muchos jóvenes se unen a la insurgencia con la esperanza de construir una Colombia justa y en Paz.

El “Coco” vive entre los niños colombianos, como símbolo de miedo ante la incertidumbre de una violencia que parece no tener fin. Por eso es urgente seguir organizándose y luchando por la construcción del país que todos los colombianos merecen, desde todos los espacios posibles, porque la gente buena es más y el Coco no vivirá para siempre.

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