AMOR Y AMISTAD LA INTENSIDAD DE UNA LUCHA
Karibeño Rebelde Edición Nº 250
Por Roberto Maclain
Hace bastantes años el Poeta, patriota y revolucionario José Martí en unos versos sencillos escribió: “Cultivo una rosa blanca en julio como en enero para el amigo sincero que me da una mano franca. Y para el cruel que me arranca el corazón con el que vivo cardón y ortiga cultivo”.
Años después un gran ser humano nos advirtió que el revolucionario está lleno de grandes sentimientos de amor. Ese fue el Ché Guevara, quien nos llamó a que esos grandes sentimientos de amor nos lleve a ser capaz de sentir como nuestro cualquier injusticia contra cualquier ser humano en el mundo.
Igualmente años más tarde, otro gran luchador social, Manuel Pérez Martínez, nos decía que la esencia de una revolución es querer y amar a la gente.
Es bueno y muy significativo reflexionar sobre el amor y la amistad. Hoy en la sociedad karibeña y colombiana se está dando una intensa lucha espiritual por ubicar al amor y la amistad como un valor que predomine y direccione el sentido de la vida nuestra. No es cualquier batalla la que estamos librando, ella se expresa en lo que producimos, lo que consumismo, lo que leemos y la música que escuchamos. Se manifiesta en las creencias y en los valores. Es un asunto del presente y futuro.
La amistad debe estar llena de franqueza, cargada de sinceridad, tejida con buenos sentimientos y dando lo mejor para una persona, una familia y una comunidad de la cual hago parte. Es darle el lugar a la palabra que se empeña en cada acto de nuestras vidas. No está de primero lo que recibo, como voy yo, sino que entrego todo sincera y desinteresadamente a otros en lo cotidiano, y no de manera ocasional. La amistad es un acto permanente de la vida. Es un cultivo lleno de transparencia y tan cristalino como el agua. Una buena amistad no le abre ningún espacio a la crueldad, ni a quienes los hacen y profesan. Soy tu amigo y por eso te critico y cuestiono los actos donde llevas antivalores.
Y si la amistad es pariente muy cercana al amor entonces cobra mucha actualidad la gran marcha por el amor en esta sociedad karibeña que defiende la alegría, a pesar de que el cruel o los crueles la han querido arrancar de nuestro ser. Por algo se dice que la sociedad karibeña es altamente resiliente; por que el amor ha derribado el miedo y no nos cansamos de compartir y ofrecer nuestra mano franca, estrechando abrazos y goces en los momentos donde nos inunda la felicidad como también en aquellos episodios donde aparece la tristeza.
Los karibeños somos un tejido social lleno de hermandad. Esa hermosa palabra compadre, compa o mi hermano, es significativa de esa amistad que ofrecemos y cultivamos. Es para todos los tiempos y se hace presente cuando estamos en la mala. Yo por mi compadre soy capaz de dar la vida. Decimos con frecuencia que en tiempos turbulentos y difíciles es cuando conocemos a los verdaderos amigos. La amistad que se ofrece solo en tiempos de abundancia es interesada o comprada y de igual manera hay amistades profundas guiadas por el amor.
Puede tener amor a una persona, amor a una comunidad, amor a los recuerdos. También amor a un ideal o ideales por los cuales somos capaces de ofrecer nuestras vidas; como el ideal de justicia y de libertad, el amor a la dignidad, entre otros. El amor nos llama a una entrega, también a mirar el rostro del que sufre hambre tirado en la calle, en un parque, en una plaza o en cualquier lugar, no para darle un pedazo de pan sino para interrogar que orden de cosas lo lleva a padecer hambre o vivir como hambriento. El hambre es un acto de injusticia.
El amor al prójimo nos llama a reflexionar que actos de injusticias se expresan en nuestra vida cotidiana y como caminar en su transformación para que todos los seres humanos pasemos del reino de la necesidad al reino de la libertad. El Poeta José Martí en otra de sus frases dice que la educación es libertad. Entonces una falta de amor es la ausencia de educación para una cantidad importante de la sociedad juvenil a los que hemos llamado los NINI, ni estudian ni trabajan.
PERDER EL MIEDO A LA REVOLUCIÓN
La palabra revolución no debe asustarnos. Hoy se ha vuelto común hablar de revolución científica, de revolución tecnológica, de revolución en las comunicaciones, energética. Se dice que el mundo está en la cuarta o quinta revolución industrial. La palabra revolución es común en nuestros días. En fin de cuentas estamos en un momento de muchas revoluciones en donde lo común es cambiar y transformar.
Pero. Hay un pero. Una revolución de la que no se habla, se niega, se oculta, se esconde, se le criminaliza y se quiere borrar del mapa. Nos referimos a la revolución social, a la revolución del amor que nos llama a realizar, a seguir luchando los cristianos y revolucionarios verdaderos.
Hoy mantener la vida a plenitud en el planeta, la vida de todos los seres vivos, necesita con urgencia la REVOLUCIÓN para cambiar todo lo que sea necesario cambiar; que tenga como elemento central amar y querer a la gente, querer y amar a nuestra madre tierra, sintiendo como nuestra cualquier injusticia en contra de la gente y la naturaleza.
Esta revolución necesaria, y no sólo posible, requiere seguir construyendo una NUEVA ESPIRITUALIDAD no capitalista. Esta es una condición ética para seguir sembrando y cultivando la amistad franca y sincera, con rosas blancas en julio como en enero y entrar al reino de la libertad.
Esa nueva espiritualidad se debe expresar en como producimos, como consumimos, como nos curamos y cuidamos la salud, como nos comunicamos, los idearios que pregonamos, como nos relacionamos y construimos la vida en comunidad. Espiritualidad nueva que permanece y se recrea en muchas de nuestras comunidades de vida rurales y urbanas donde se coloca al centro otras maneras de ser y vivir en la cotidianidad, en armonía y sin exclusiones.
Felicidad a todos y todas en todos los días del amor y la amistad. Son tiempos de revolución para que el amor y la amistad sea el pan diario que alimente nuestras vidas.