DE QUÉ SE HA INUNDADO CHOCÓ
Comando Central (COCE)
Editorial Insurrección Nº 974
La solidaridad con Chocó comienza por comprender su historia, departamento inundado ahora, porque el Cambio Climático afecta la temperatura del océano Pacífico, que le echa encima más lluvias que de costumbre.
Cuando ellos descubrieron el océano Pacífico comenzó el saqueo, remontando a los indígenas a los peñascos agrestes de la cordillera. Encontraron el Oro que codiciaban y para extraerlo trajeron esclavos de África, a quienes también emplearon para el cultivo de la caña de azúcar en el valle del río Cauca, los que en resistencia a la atroz esclavitud se rebelaron y huyeron hacia las selvas de la costa del Pacífico. La tranquilidad de sus Palenques no duró mucho, porque en la parte alta del río San Juan hallaron un metal que vale más que el oro, llamado Platino, pero también en los nacederos del río Atrato encontraron Cobre. Detrás de estos bienes naturales aparecieron los buitres, todos con nombres en una lengua extraña, como ´Chocó Pacífic’, para significar que depredadores norteamericanos se habían instalado en Condoto, hasta convertirla en la capital mundial del Platino. Con maquinarias gigantescas destriparon la Madre Tierra, revolcaron y alteraron los cauces de los ríos a su antojo, para alimentar esta desenfrenada explotación.
Sobrevolando el territorio, los buitres se dieron cuenta que entre el río Atrato y el Truandó, forman un canal natural que une el mar Caribe con el Pacífico, constituyendo una alternativa de navegación, al atestado canal de Panamá. Y cuando creían que los despojadores se habían saciado, resultó que hechizados por la tranquilidad del océano, detrás del río Baudó en la costa de Tribugá, midieron la profundidad del mar y ¡oh sorpresa!, encontraron que era el Golfo de aguas profundas más hondo del continente y el segundo más hondo del mundo, ´ni mandado a hacer’ para construir un mega puerto que conecte a América del sur con China. Este descubrimiento, más reciente, les echó encima la última plaga de depredadores, cuya vanguardia militar y paramilitar está encargada de despoblar las comunidades, que resisten en el Chocó en defensa de la vida y el territorio.
Los imperios para saquear y exterminar cuentan con cómplices, quienes se alimentan con las migajas que caen del botín, creando una nueva clase desclasada y corrupta que perdura como sanguijuela, engordada con lo que roba de los bienes públicos, tan nociva, que un Obispo católico de allá la considera, una plaga más peligrosa que el mismo Cartel de la cocaína que se llama Clan del Golfo.