
FEMINICIDIOS LA HISTORIA DE NUNCA ACABAR
Karibeño Rebelde
Edición Nº 274
Los feminicidios en Colombia son un tema alarmante que refleja una profunda crisis de violencia de género en el país. Particularmente la región del Karibe ha sido un foco crítico en torno a este tipo de violencia, las tasas de feminicidio y la violencia contra la mujer son alarmantes y la impunidad prevalece.
Solo en el 2024 hubo 886 feminicidios en todo el país, esto según un informe emitido por La Fiscalía General de la Nación y algunas organizaciones feministas.
La impunidad del patriarcado
Colombia ha presentado un aumento desmedido en los casos de feminicidios y violencia de género en los últimos años. Esto según datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que asegura que en el País miles de mujeres han sido asesinadas por razones de género y la región Karibe no es la excepción. Para el 2023 el Atlántico ocupaba el cuarto lugar en feminicidios en todo el país.
Sin embargo la mayoría de estos feminicidios quedan impunes. Según la Defensoría del Pueblo más del 76% de los casos de feminicidios quedan sin condena, dejando en evidencia un sistema de justicia y un Estado patriarcal que perpetua la violencia y la impunidad. Y que a demás muchas veces revictimiza a la mujer.
Según Human Rights Watch menos del 12% de las mujeres que solicitan alguna medida de protección son atendidas de forma efectiva.
El sistema patriarcal en el país se presenta en todas las estructuras sociales, legales y culturales desvalorizando la vida de las mujeres, normalizando la violencia en su contra, el sufrimiento y peor aún silenciando sus voces.
El machismo karibeño
Sin duda alguna el machismo que prevalece el la región karibeña agrava la violencia contra la mujer y los feminicidios. Según informes especializados de algunos movimientos feministas de la región, existen departamentos donde la violencia contra la mujer es mucho más grave y menos penada, como el caso de la Guajira, donde más del 90% de los casos quedan sin resolver, según informes de la Defensoría del Pueblo. Esto sin contar con la gran cantidad de casos de violencia intrafamiliar y contra la mujer que no son denunciados.
Este aumento de la violencia en la región Karibe se debe en gran medida a la cultura machista y a la normalización de algunos tipos de violencia que perpetúan estos actos contra la mujer. Esto aunado a las creencias culturales de algunos roles de género que terminan justificando la violencia contra la mujer y en muchos casos las víctimas se sientan o sean culpabilizadas por la violencia cometida contra ellas.
Las condiciones de miseria económica, desventajas educativas y laborales, en muchos casos llevan a las mujeres a soportar relaciones abusivas y violentas por la dependencia económica que tienen de sus parejas.
Otro tipo de violencia intrafamiliar y contra la mujer se presenta cuando el agresor arremete contra los hijos o miembros del núcleo familiar con la finalidad de generar dolor y sufrimiento a la mujer a través de sus seres queridos. Casos como el sucedido en Malambo son ejemplo de ello, donde un supuesto pastor evangélico asesinó al hijo de su expareja, un niño de 10 años y a su abuela, como venganza contra la mujer.
La falta de instituciones con personal especializado para atender los casos de violencia de género e intrafamiliar, un sistema patriarcal arraigado que permite la violencia contra la mujer, la falta de apoyo por parte de los entes de seguridad del Estado cuando existen denuncias por parte de la mujer, la falta de educación y formación en las comunidades y las familias con respecto al tema, son otras de las causas por lo que la violencia contra la mujer cada vez suma más víctimas. En lo que va del 2025 ya se han registrado más de 79 feminicidios.
Para evitar que más mujeres sigan siendo víctimas de feminicidios es vital visibilizar este flagelo contra la mujer, promover y apoyar las organizaciones que luchan por una sociedad justa e igualitaria. Pero sobre todo es primordial cambiar el Estado patriarcal y la cultura machista que prevalece en el país.
Solo a través del esfuerzo colectivo se puede esperar un cambio real hacia un futuro donde todas las vidas sean valoradas por igual, sin distinciones de raza, género o estatus sociales.

