La Guajira, la Palestina de Colombia?
Por Gustavo Palmezano
Los desplazamientos, las masacres, la profanación a sitios sagrados, la acumulación por despojo por parte de las transnacionales mineras que están desde hace mas de 40 años en la Guajira nos obliga a preguntarnos: ¿La Guajira es la Palestina de Colombia?.
El departamento de la Guajira, único departamento con nombre femenino en Colombia tiene una extensión de 20 mil 848 kilómetros cuadrados, coincidencialmente casi la misma cantidad que Israel le ha despojado a Palestina desde 1945. Tiene tres cuencas hidrográficas: Cesar- Ranchería; la Cuenca del Mar Karibe y la del Lago de Maracaibo. Además cuenta con gran variedad de pisos térmicos y de ecosistemas. Aquí habitan tres pueblos indígenas: Kogui, wiwas y wayuu, quienes son el pueblo indígena más numeroso de Colombia y representa mas del 40 % de la población del departamento. Además están pueblos afrosdescendientes, entre esos la comunidad de Tabaco organizada en 1780.
Las transnacionales y la lógica extractivista solo miran de la Guajira que tiene el 35 por ciento de la reserva de gas; 56.5 por ciento de reserva de carbón, 21 mil mega watios de energía eólica, energía solar, el 14 por ciento de la producción de sal, cobre y otros minerales para saquear.
Los pueblos afrosdescendientes dicen: “nuestra tierra es nuestra vida” y para el wayuu la explotación del carbón y los parques eólicos destruyen la matriz de la madre.
Como se puede analizar, no solo hay contradicción de intereses, sino también de cosmovisiones: la neoliberal extractivista que solo ve recursos para acumular riquezas y otras cosmovisiones que buscan el equilibrio, aman y cuidan la naturaleza.
Hoy, este departamento es uno de los más empobrecidos del país; tiene el 67.4 por ciento de pobreza monetaria y el 65.2 por ciento de la población tiene las necesidades básicas insatisfechas; a diario mueren en silencio niños, niñas, ancianos y mujeres por falta de medicina y por desnutrición, sed o por enfermedades relacionadas al consumo de agua no apta para el ser humano. Mientras la gente sufre por no tener acceso al agua potable, intercor despilfarra 29 millones de litros de agua diariamente como lo denunció la congresista Wayuu, Martha Peralta
Etnocidio y Ecocidio, la yunta de la muerte
Recordemos la masacre de Bahia Portete el 18 de abril del 2004, donde torturaron y asesinaron 6 personas, entre esas a 4 mujeres y profanaron cementerios. Telemina, una testigo y víctima de dicha masacre afirma que “Era más fácil matarnos… porque tanto narcotraficantes como las multinacionales y el Estado colombiano, saben que no les vamos a ceder nuestro territorio.”-Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), 2010, P27-. Este hecho es uno de los innumerable casos de violación, tortura sexual a la que han sometido a los wayuu.
La Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) registró entre 1999 y 2012 más de 55 mil desplazados en la guajira. A esto se le suma las amenazas recientes a autoridades tradicionales y líderes wayuu.
Es tanta la política de acoso a los wayuu que hasta para construir una mega cárcel en Riohacha los quieren desplazar de territorios ancestrales.
Por otro lado, el desvió de 26 kilómetros del rio Ranchería, el desvío del arroyo bruno son crímenes contra la naturaleza y la gente; la destrucción de bosques secos tropicales y de tierras fértiles donde los ancestros sembraban sus alimentos empeora la situación. No es poca cosa que con la instalaciones de parques eólicos se pongan en riesgo la vida de los flamenco rosados, abejas, murciélagos y otros animales que contribuyen a la polinización de las plantas y al equilibrio armónico.
Hoy los wayuu, los afrodescendientes y todos los pobladores de la guajira son confinados por la privatización de los ríos, de las carreteras y de lugares de explotación; se les dificulta la integración y la comunicación entre comunidades y el pastoreo.
Resistencia y la lucha, la yunta de la vida.
Así como las transnacionales, los clanes politiqueros y el Estado colombiano desde hace más de 40 años tienen la yunta de la muerte, es decir el etnocidio y el ecocidio, la Guajira, esa dama reclinada que llamó el maestro Nando Marín, tiene la yunta de la vida.
Hoy siguen luchando por sus territorio, su cultura y por la vida misma; no se resignan a desaparecer como pueblo, con su historia y cultura propia; con su forma de adquirir el conocimiento y de relacionarse y convivir con los otros seres vivos. Siguen luchando y en resistencia a pesar de que en la estructura jurídica del Estado colombiano es más fácil adquirir una licencia de explotación minera que la defensa de las comunidades y la naturaleza. La Guajira siempre ha apostado por algo diferente al neoloberalismo y el extractivismo; en el 2006, junto a Nariño fueron los dos departamento que derrotaron al Uribismo en plena ofensiva paramilitar
Es necesario que todo el país defienda a La Guajira para que las transnacionales mineras y los 37 parques eólicos no se apropien de los territorios de campesinos, afros e indígenas , así como Israel, despoja a Palestina.
Le apostamos a que los pueblos campesinos, afrodescendientes e indígenas de la Guajira mantengan su propia forma de vida, espiritualidad, idioma, conformación social, su territorio y la paz.