NO SOLO ES EL CANAL DE DIQUE
Por Kaleb Pimentel
El Canal de Dique es una bifurcación del Río Magdalena construido en épocas coloniales para facilitar la navegación desde el Río hasta la Bahía de Calamar, nombre derivado del pueblo Indígena Calamar. La Bahía cambio de nombre a propósito del nombre de la ciudad Cartagena de Indias. El Canal del Dique tiene una longitud de 115 kilómetros que se inician en el municipio de Calamar en el departamento de Bolívar hasta la desembocadura en la Bahía de Cartagena en el Mar Caribe. En el trayecto del canal del Dique hay un número importante de ciénagas y caños.
Es de anotar que todo el sistema del Canal del Dique (SCD) comprende 19 municipios de tres departamentos, Bolívar, Atlántico y Sucre. La población que habita en las riberas del Canal del Dique es laboriosa, pescadora y en su mayoría de cultura anfibia.
El conflicto social
Con el paso del tiempo las tierras regadas por las aguas del Canal han sido motivo de una larga disputa. Originalmente el territorio ha sido habitado mayormente por comunidades negras, comunidades campesinas y unas comunidades agrícolas que combinaban la agricultura, la cría de ganado y la pesca utilizando con eficacia sustentable las bondades de esas tierras fértiles y sus aguas procreadoras de vida. Por eso se les llama culturas anfibias y también riberanas por que su hábitat es la ribera del Río Magdalena.
La fertilidad de la tierra y su acceso a la Bahía de Cartagena atrajo la avaricia de muchos empresarios de la tierra y de otras actividades. Los cultivos de arroz, fueron cambiados al ritmo que cambió la tenencia de la tierra, por cultivos de palma aceitera; los pescadores artesanales que abundaban en las ciénagas y en el mismo Canal del Dique consumiendo el sabroso bochachico fueron reducidos por el despojo de sus territorios. Las tierras comunales para el disfrute de todas las comunidades fueron cercadas en la misma medida en que campesinos, afros, indígenas y pobres de la región fueron desplazados por el despojo criminal paramilitar no sin antes ofrecer resistencia a esa violencia aplaudida y gestada, muchas veces, desde el mismo Estado.
La región se fue convirtiendo en un hervidero de conflictos sociales en donde las comunidades raizales fueron debilitadas y rotos sus tejidos organizativos y culturales. Un saqueo infame se ha llevado en estos territorios que ha conllevado la desposesión de habitantes campesinos, afros y de orígenes étnicos por hacendados y empresarios, amparados en un ejercito paramilitar que en nombre de la seguridad democrática cometió miles de crímenes de lesa humanidad. la excusa ha sido la de siempre: eran comunidades simpatizantes de la guerrilla y por tanto debían ser limpiadas de esas influencias a como fuera, siendo masacradas y asesinadas de manera impune.
No hay duda que la mafia de hacendados y empresarios de la tierra necesitaban de las tierras del Canal del Dique y su misma navegación para exportar toda clase de contrabando y mercancías ilícita. Necesitaba esa clase de mercaderes de la muerte exportar la cocaína por territorio seguro y controlado y de allí surcar todo el Karibe. Y para tener control en los 19 municipios tenían que reducir la población a sangre y fuego.
Toda una política de exterminio a una población riberana amante de la vida, de el vivir en paz, de la alegría como motivación de la vida comunal y alimento espiritual de armonía con la naturaleza fue rota para engordar las riquezas de los hacendados que consiguieron con la violencia para y militar apoderarse de territorios que por años y años fueron construidos por la magia popular.
El Canal del Dique convertido en cementerio
Es en este entramado de conflictos sociales y su historia de despojo, resistencia y defensa de la vida por los pueblos del Canal del Dique donde hay que ubicar la actual lucha de las comunidades que habitan el territorio para que se rescaten los miles de cadáveres depositados por el terrorismo de Estado en sus aguas.
Cuentan los pobladores que eran incontables los cadáveres que bajaban por las aguas del Canal del Dique que no podían ser tocados y asistidos por los pobladores que querían darle un debida sepultura. Hasta eso prohibieron las fuerzas de la ocupación para y militar para impedir la conexión de las comunidades con los suyos, con sus líderes y sus familiares. Negarles ese acto equivalía a ser ignorados, ser mirados como una cosa sin valor espiritual y ancestral, reducido a un simple despojo no humano.
Cuentan en los relatos los pobladores que quienes quisieran rendir una despedida a sus familiares asesinados, esa familia extendida de parientes propia de la región donde un vecino de un municipio es considerado parte de la comunidad cercana, tenían que enfrentar la muerte por que era todo un desafío a la ley de los criminales que lo prohibían para causar mayor dolor a la comunidad. Terrible el drama vivido en donde las aguas eran infectadas por los cadáveres y ver como las aves de rapiña consumían sus cuerpos a picotazos haciendo de ello una fiesta por los criminales. Y numerosos eran los cuerpos mutilados imposibles de identificar.
El mal llamado Juancho Dique, jefe de los criminales para y militares dice en su revelación que un promedio de 20 personas al día fueron asesinadas por carniceros bajo su mando y también lo hacía personalmente. De tal manera que son casi que incontables los pobladores que yacen en las aguas del Canal del Dique.
La verdad y la justicia
Todas las comunidades de los 19 municipios que componen el territorio del Canal del Dique tienen familiares víctimas de estos crímenes de lesa humanidad. La deshumanización del conflicto por una mafia narcótica en el poder condujo a esa barbarie que reclama aún verdad y justicia, pues no vale de nada reconocer por los autores materiales estos crímenes si sus autores intelectuales y planificadores siguen en el silencio. Se debe exhumar todos los muertos que están en el fondo de las aguas del Canal del Dique y eso es parte de revelar la verdad de un terricidio, eliminación criminal de pueblos para despojarlos del territorio. Y antes de iniciar cualquier obra de mantenimiento del Canal se debe hacer.
Y en esta reconstrucción de la memoria histórica deben participar activa y decididamente las comunidades que habitan los 19 municipios del territorio. La participación es asunto de primer orden y no debe excluirse a nadie. Y son esas comunidades las que deben ser reparadas integralmente. Y una de esas reparaciones es devolver sus tierras y asegurar para ellas de manera colectiva el disfrute del territorio. Los criminales deben recibir su castigo por los graves crímenes cometidos. No debe haber olvido ni ausencia de justicia.
Es hora de que las comunidades sean, como lo han sido históricamente, los protagonistas de sus sueños y construcción de la vida.
Pero, no solo debe ser saneado el Canal del Dique. Todos los ríos de mi Colombia deben ser sanados y las comunidades de esos territorios reparadas. Los ríos tienen una historia que debe ser conocida por toda Colombia para que nunca mas haya impunidad.