SABER VIVIR ANTÍDOTO A LA CRISIS AMBIENTAL
El extractivismo
Millones de hectáreas de tierras de territorios karibeños se han llenado de socavones de todo tipo produciendo la muerte de millones de seres vivos para extraer, mediante megaproyectos mineros, la riqueza energética y mineral. Suficientemente conocida la explotación de grandes yacimientos de carbón en La Guajira y el Cesar donde se utilizan más de 20 millones de litros de agua mientras la población se muere de sed. Igual acontece con la extracción de Níquel en las minas de Cerro Matoso en Puerto Libertador, departamento de Córdoba.
Corredores de poblaciones humanas por donde circula el carbón sufren la contaminación. Las aguas de los puertos de embarques del mineral son contaminados. El polvillo penetran los pulmones y los enferman. Las viviendas están agrietadas por el peso de las tractomulas y el tren repleto de carbón. Han aumentado las enfermedades respiratorias en municipios del llamado corredor minero: en la Jagua de Ibirico, Becerril, El Paso, La Loma, Barranca. Los trabajadores no se pensionan sino que fallecen.
Una amenaza está hirviendo en la Sierra Nevada de Santa Marta. Se han aprobado 131 proyecto de extracción mineral y construcción de represas. Y hay más de 300 solicitudes para instalar megaproyectos en este cuerpo vivo donde habitan milenarias culturas indígenas y nacen numerosas fuentes de aguas que alimentan a millones de pobladores. Al deshielo que se ha producido en la Sierra Nevada se le une otro más poderoso, los megaproyectos extractivistas. Todo esto ha estado soportado por la conquista a sangre y fuego hecha por el narcoparamilitarismo de Estado en todas sus vertientes y diferentes denominaciones.
La crisis de la vida
Una de las riquezas del Karibe, el ser humano en toda su diversidad socio cultural, es menospreciada. Sirve solo para ser explotada y ser consumidora. El ser humano que no cabe en estas dos actividades simplemente es desechado. La crisis ambiental en el Karibe ha aumentando la injusticia social y la desigualdad, ha ensanchado la pobreza, ha venido de la mano de la sistemática violencia política y social, del destierro de las comunidades, su arrinconamiento a los territorios periféricos. Se ha dado un empobrecimiento mayor de la vida.
La crisis ambiental es al mismo tiempo destrucción de la megadiversidad cultural del Karibe, el marchitar de muchos mundos y maneras de saber vivir no capitalistas, sustentadas en buscar la vida a plenitud. Esta destrucción cultural es para que las huellas y los rastros del buen vivir o el saber vivir se diluyan y desaparezcan de nuestra memoria y se evite reconstruir el mundo Karibe desde la felicidad. El extractivismo cultural nos despoja y transforma la cultura en industria del entretenimiento. Una colonización cultural avanza para poseer nuestras mentes.
Muchas veces se dice que la culpa es del ser humano. Ese ser humano tiene una manera de ser en un modo de producción concreto, el capitalismo. El capitalismo separó la política de la vida y de la madre tierra y dio vía libre a la Necropolítica. La crisis de la vida amerita la Biopolítica.
Saber vivir y el ELN ambiental
Es desde la vida cotidiana donde se dan los cambios. Estos tienen lugar en el día a día con nuestras actitudes, cómo valoramos la vida, desde el lenguaje, las relaciones y en todo lo que llamamos el mundo de la vida. Desde esa cotidianidad es posible estimular y crear todos los procesos socio políticos y culturales que se construyen en una política alternativa al capital.
En el Karibe hay un hervidero de apuestas alternativas ecológicas, ambientales y socio culturales que se cocinan en el fogón de los cambios. Son procesos que tejen su existencia en cientos de comunidades y pueblos indígenas, afros, negros, campesinos y del mundo urbano. Son escenarios en donde se apunta a construir el paradigma de la vida forjando nuevas relaciones.
Los cuidadores de semillas, los procesos agroalimentarios, las mingas comunitarias, los procesos de liberación de la Madre Tierra, la educación popular ambiental, los planes de vida y un largo peregrinar. Todo eso hace parte del florecer de una nueva civilización que encara la crisis ambiental en el Karibe.
Todo conduce o pareciere decirnos que el camino es saber vivir. Saber alimentarnos, saber asearnos, saber transportarnos. Aunque parezca increíble es saber caminar y respirar, dormir y descansar, saber qué consumir, lo que se necesita y lo que no es necesario. Saber cuidar el ambiente, reproducir la vida con sentido de dignidad. Hacer de la dignidad una lucha para que sea costumbre.
Superar la crisis ambiental es dar profundos actos cotidianos. Podemos hablar de revolución pero si esta no la sembramos todos los días, será un acto en el vacío.
El futuro está atrás. Por eso el capitalismo se esfuerza todos los días en que olvidemos como saber vivir, se empeña en que ignoremos que la sociedad del futuro debe estar cimentada en el buen vivir. Nos dicen que queremos vivir a la antigua para que nos avergoncemos de nuestros valores positivos que están en nuestras memorias.
Debemos seguir desandando caminos torcidos y atrevernos a vivir bien, sin miedos, recreando en la vida cotidiana las relaciones de apoyo, de solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación, la amistad, el amor y la buena vecindad. Hacer esto es avanzar en saber vivir para seguir tejiendo el buen vivir. Es una lucha profundamente subversiva.
La lucha armada revolucionaria que hacemos desde el ELN es también una lucha ambiental. Con ella se ha hecho posible sostener, cuidar y que pervivan muchas especies vivas y hay muchas de estas que no conoce el mundo actual. Nuestra práctica ambiental se hace dialogando y respetando otras comunidades de vida.
En el Ejército de Liberación Nacinal vamos en el recorrido de ser una comunidad de vida en convivencia con otras comunidades de vida. Desde la cotidianidad somos transformación, sabemos convivir.
Punto seguido… seguir caminando la utopía que pervive en la memoria de los pueblos.