UNA ESPERANZA RODEADA DE TRANSNACIONALES Y TERRATENIENTES
Por: Álvaro Martínez
Al escuchar la palabra Córdoba nos llega a la
mente las masacres, las propiedades de Álvaro
Uribe Vélez, la historia de los Castaños, des-
plazamientos y miseria. Pero por otro lado nos llega la
alegría del cordobés, el sombrero vueltiao y una histo-
ria permanente de valientes luchas.
Para todo cordobés o cordobesa que ama su tierra
y piensa distinto al régimen, es un acto de heroísmo y
arrojo vivir allí, sobre todo en los momentos actuales
en los cuales el establecimiento utiliza varias formas
de dominación, represión e impunidad.
Es que los terratenientes de siempre, en alianza con
las transnacionales y el narcotráfico, hacen parte del
eje del mal que pretenden mantener a Córdoba como
una hacienda minera de 23,980 kilómetros cuadra-
dos, incluida El Úberrimo (propiedad de Uribe Vélez).
En 1854 cuando comenzaron a sustituir los cultivos
de pancoger de los campesinos por el pasto impulsado
por terratenientes, se dio la primera transformación
del uso de la tierra sobre todo en las montañas del
Sinú y San Jorge. Devino entonces la tala de inmensos
bosques para hacer potreros: así comenzaron a desa-
rrollarse las primeras haciendas.
Esa transformación se dio utilizando la violencia
contra los campesinos e indígenas, quienes se orga-
nizaron y lucharon contra los opresores; resaltamos
en esas gestas de mitad del siglo XIX y comienzos del
siglo XX al líder Manuel Hérnandez “El Boche”, ase-
sinado y arrastrado por las calles de Montería el 5 de
octubre de 1908 a manos de los matones de las clases
dominantes.
LA MUJER: SUJETO ACTIVO EN LAS LUCHAS
Las mujeres el 7 de agosto de 1919, precisamente un
siglo después de la batalla de Boyacá, fundaron la So-
ciedad de Obreras en cabeza de la afrodescendiente
Juana Julia Guzmán como presidenta, y de Pacha Feria
y Agustina Medrano como fiscal y secretaria, respec-
tivamente.
Después de la expulsión del líder socialista italiano,
Vicente Adamo, por parte del gobierno de Abadía
Méndez (1927), Juana Julia Guzmán encabezó la or-
ganización campesina y las recuperaciones de tierra
en Córdoba. Los hacendados promovían el machismo
en los campesinos para que no reconocieran el lide-
razgo de Juana Julia, diciéndoles que no se dejaran
gobernar por una mujer.
CÓRDOBA TERRITORIO DE LUCHA, SOLIDARIDAD Y DIGNIDAD
Al igual que hoy, los diferentes sectores sociales en la
historia de las luchas han expresado solidaridad y va-
lentía; se registran fuertes y combativas organizacio-
nes y movimientos sociales que han logrado impor-
tantes conquistas sociales, económicas y políticas.
En 1921 las diferentes organizaciones de Córdoba
convocaron en Montería una asamblea de obreros y
campesinos para, entre otros propósitos, fundar el
Partido Obrero Socialista Colombiano y terminar con
la esclavitud, expresada en lo que para esa época se
llamaba Matrícula.
La sociedad de obreros y artesanos de Montería fue
una organización creada en 1918 con las banderas de
tierra, salud, trabajo, guerra a la matrícula y educa-
ción. Quien escucha noticias de masacres, asesinatos y des-
plazamientos en el departamento de Córdoba, y no
conoce la historia del siglo XIX, pensará que antes no
había terror ni represión a la gente humilde y líderes
y lideresas sociales.
El 7 de septiembre de 1921 los militares asesinaron a
los campesinos Encarnación Araujo, José de los San-
tos Pérez y Urbano Castro, quienes luchaban por la
permanencia en el territorio. En marzo de 1969 mili-
tares asesinan al menor de 17 años, Armando Quinte-
ro, en Montería, porque éste junto con otros estudian-
tes de secundaria se solidarizaron con los estudiantes
de Lorica, como reseñó el El Heraldo en marzo 13 de
1969.
Con la llegada de los megaproyectos y la aceleración de la
gran minería en las últimas dos décadas, ese terror se
profundiza en crueldad, se masifica; es así como
después del secuestro y la desaparición del líder in-
dígena Embera Kimi Pernía para el 2004, tam-
bién fueron asesinados desde entonces 500 indígenas
y desaparecieron 180.
No hay que olvidar la muerte de 28 campesinos in-
cluyendo varios niños en la masacre de La Mejor Es-
quina, Buena Vista, a manos del paramilitarismo, a
inicios de 1988.
En la actualidad la violencia de los poderosos no es
solamente contra los que históricamente se han en-
sañado: los afrodescendientes, campesinos e indíge-
nas; ahora también contra los defensores de derechos
humanos, lideresas y líderes sociales, mujeres, comu-
nidades LGTBI y contra las mismas instituciones del
Estado como la Unidad de Restitución de Tierra a
la cual el paramilitarismo le prohibió la entrata a Tierralta.
Córdoba es un departamento acosado por los terra-
tenientes y las empresas extranjeras, quienes siguen
financiando el paramilitarismo para resguardar sus
intereses. La parapolítica está viva, aun
se mantiene la esencia del pacto de San José de Ralito.
AVANZA LA MINERÍA, RETROCEDE LO SOCIO AMBIENTAL Y LA PAZ
La minería se constituye en la segunda actividad de
importancia en este departamento, lo cual profundiza
los problemas sociales, la destrucción de la naturale-
za y la violencia contra las comunidades con sus ne-
fastas consecuencias de masacres, desplazamientos y
desapariciones.
La Agencia Nacional Minera (ANM) definió a Córdoba
como la quinta zona en importancia minera del país;
los más de 40 títulos mineros tienen una extensión de
1.272 kilómetros cuadrados, sin incluir las solicitudes.
Esto arrincona a los pueblos originarios zenú, embe-
ra, afrodescendientes y campesinos, aumentando más
la miseria y el atraso.
Las 40 mil toneladas de níquel al año que se extraen
de Cerromatoso no favorece al pueblo cordobés, al
contrario lo conduce más a la miseria y a la violencia.
LA ESPERANZA TIENE EL SOMBRERO VUELTIAO PUESTO
A pesar del terror paramilitar y la complicidad del Es-
tado colombiano, las cordobesas y cordobeses tienen
la esperanza danzando al son del porro y de las luchas
por la paz, la permanencia en el territorio, el bienes-
tar y la justicia; las diferentes organizaciones socia-
les, movimientos políticos y personalidades políticas,
artísticas se solidarizan y apoyan a la gente buena de
Córdoba que resiste en sus territorios confrontando
al saliente régimen de Iván Duque que persigue hasta las ins-
tituciones oficiales del mismo Estado; un ejemplo de
ello, es que con el paramilitarismo persigue y entorpe-
ce al Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial
(PDET).
Córdoba no puede seguir en manos de las transnacio-
nales, terratenientes y de los parapolíticos que la tie-
nen sumida en el dolor y la miseria; Córdoba debe unir a todas
y todos los colombianos para que su gente trabajado-
ra de la estirpe de Juana Julia Guzmán y de Manuel
Hernández “El Boche”, vivan felices y sin temor a ser
asesinados o desterrados de su tierra y de su historia.
Córdoba y su gente merece vivir bien, pero eso no lo va
a entregar el régimen uruibista ni los clanes políticos
que la gobiernan, sino la fuerzas sociales, las comu-
nidades con una fuerte organización y acompañadas
por la solidaridad de los que queremos una transfor-
mación social y económica para el país. La esperanza
tiene el sombrero vueltiao puesto para caminar por la
vida y la paz.