Alberto del Frente Guerrillero Luciano Ariza:
Explorando la Guajira
Alberto transitó durante siete meses varias las poblaciones entre los municipios de Manaure y La Paz, al mando, por primera vez, de cinco unidades guerrilleras. Era su primera promoción y debía trabajar por la ampliación de las milicias del ELN en esos territorios. 1991 sería entonces el año donde comenzaría a proyectarse como líder.
En 1992, sin embargo, lo envían con una avanzada de tres guerrillas para explorar una ruta por donde cruzaría el comandante Salomón. Alberto, ¿por dónde pasó usted? le dijo espantado el campesino de base que lo recibió a final de la tarde. Habían cruzado la montaña con el Ejército emboscado. No fue un milagro lo que los salvó, los soldados tenían la orden precisa de matar a los guerrilleros cuando estuviera la cabeza visible, Salomón.
A pesar del traspié con lo de la exploración, Alberto era bien visto por los mandos superiores. No bebía, no fumaba, ni bailaba, y se había consagrado tanto al estudio político como a la disciplina militar.
Después de la fallida emboscada donde pudo perder la vida, lo enviaron a una misión exploratoria por tres meses en los territorios de Tocaima, Media Luna, El Rincón, El Desastre, entre los municipios San Diego y La Paz.
La pequeña comisión ganó el cariño de la gente porque fuimos de casa en casa, impulsamos las Juntas Comunales y el movimiento de masas. En junio, le orientan otra misión, aunque previamente debía hacer un informe de trabajo que debía entregar a Eliseo, quien lo reemplazaría en aquella comisión. Alberto se fue de apoyo del mando militar del Frente José Manuel Martínez Quiroz, el compañero Milton, en el sur de la Guajira. Debían explorar el territorio, retomar contactos que se habían hecho en 1990 para levantar el trabajo de masas y desarrollar las condiciones logísticas para un nuevo despliegue eleno.
La idea era implantar en el territorio un nuevo frente guerrillero, por la extensión y condición geográfica de la Guajira y su identidad cultural indígena. Para entonces Alberto no manejaba información sobre esa implantación en la Guajira, cuya misión solo conocía Milton y era la de levantar un trabajo de masas, finanzas y logística.
El trabajo se orientó de mitad de 1992 hasta diciembre del mismo año entre los municipios de Villanueva, El Plan, La Jagua del Pilar, Urumita y El Molino y fue milimétricamente organizado por Milton quien, en palabras de Alberto, era un mando disciplinado y preocupado por el desarrollo del trabajo de masas.
Milton decía que había que llamar a todo el mundo, esté de acuerdo o no, lo mismo decía con las finanzas, había que tocar a todo el mundo y tenía tacto para eso, solo que a veces se desesperaba.
En cuanto a los impuestos de guerra, Milton era inclinado a la política de equidad que ha caracterizado al ELN: a cada quien según lo que pueda, devela Alberto. Lo mismo aplicaba para resolver controversias vecinales y comunitarias, escuchando y dialogando con las partes.
En una ocasión, cuando Milton ya era miembro de la Dirección del Frente de Guerra Norte, citó a un empresario de Valledupar y éste envió un comisionado en su representación, llegó y le dijo a Milton aquí me mandó fulano de tal, cuenta Alberto. Pero Milton le respondió debe venir él mismo, si le conviene que venga porque aquí las cosas no funcionan así. Palabras más, palabras menos, ni Milton ni el empresario se pusieron de acuerdo. Si no paga lo que acabo de fijar deberá pagar el doble, amenazó Milton ante tanto vaivén y saboteo del comerciante. Terminó pagando el doble, recuerda Alberto.
La enfriadora de cerveza
Después de la presencia con el comandante Milton por la Guajira, Alberto regresó en marzo de 1993 al corregimiento de Media Luna para reincorporarse a las actividades del Frente Martínez Quiroz, con la vaga misión de hacer un trabajo en el territorio del municipio de La Jagua de Ibirico, donde ni siquiera pudo viajar por problemas de seguridad. En medio de la adaptación, Alberto participó en un pleno de Dirección del Frente de Guerra, en la cual participaron el compañero Nacho como responsable Militar del frente Martínez Quiroz, el compañero Jiménez como responsable de Organización y el compañero Milton responsable político.
Era una tarea de peso. Envían una segunda misión exploratoria para verificar y precisar algunos detalles logísticos y de terreno. Fueron al corregimiento de Media Luna, los compañeros Alberto, Kaleb, Nacho y Jiménez..
Nacho, como responsable de la operación, ordenó desayunar en el restaurante del hotel donde se alojaron, no sin antes orientarle a Alberto un lugar para hacer la guardia. Pero me atajó y me dijo ‘usted no, que vaya Jiménez porque usted va hacer otra cosa.
Al terminar el desayuno, Alberto se fue con la misión de cuadrar un vehículo para moverse durante la mañana, cuando lleva tres cuadras de camino se fija en un vehículo tipo Patrol, de transporte vecinal, que está estacionado en dirección al hotel donde se hospedaban, más tirado hacia la plaza del pueblo, con unos hombres dentro muy sospechosos, recuerda Alberto, quien esa mañana dobló la esquina y agarró una calle más arriba para observar a los manes desde otro ángulo.
Cuando venía en dirección contraria cruzando por la plaza encuentra en contra vía a Kaleb y Nacho juntos y a Jiménez a diez metros de distancia, en dirección al Patrol y para sorpresa de Alberto, como familiarizados con quienes estaban dentro del vehículo. Nacho conocía el carro, era de un conocido de él y cuando lo vio se fue a cuadrarlo para hacer la vuelta. Yo les hice señas, precisa, pero ni Kaleb ni Nacho voltearon siquiera y entonces desistió de la sospecha y trató de acercarse también hasta que escuchó las primeras detonaciones de fusil desde dentro del carro: ¡tra!, ¡tra!, ¡tra!, ¡tra!, ¡tra!, ¡tra! Eran ocho hombres del Ejército.
Como pudo y en medio del plomo cerrado, Nacho sacó una granada de mano de la chaqueta de cuero marrón y la lanzó contra el Patrol pero rebotó con el parabrisas.
Nacho saltó hacia atrás y Kaleb echó a correr, mientras en la plaza hombres, mujeres y niños corrían desconcertados en todas direcciones, o se tiraban en el suelo con las detonaciones de la balacera a ritmo desenfrenado.
Aquella granada les salvó la vida porque los soldados pararon unos escasos diez segundos el ataque, suficientes para que los guerrilleros emprendieran el repliegue. Alberto trató de correr hacia Jiménez y me salió un vergajo y le tiré a quemar pero no le di y luego volteé otra vez a que Jiménez, acaba de recibir un tiro por la espalda, trastabilló pero siguió corriendo; Kaleb le disparó a los tres que iban en dirección de Jiménez, y Nacho se defendía desde una enfriadora de cervezas de un local comercial, ubicada en la parte externa del negocio.
Sin poder salvar el destino de Jiménez, Kaleb tuvo que tirarse con Nacho en la enfriadora de cervezas, a darse plomo desde allí con otros tres soldados, hasta que pudieron salir y replegarse, ya Alberto había corrido en otra dirección.
La información de la tarea económica se había filtrado. La camioneta Patrol era de un amigo de Nacho a quien los soldados secuestraron horas antes para confundir a la guerrilla.
La salida al público del frente Luciano Ariza
Media Luna fue un fracaso. La operación había sido infiltrada por el ejército. Había muerto Jiménez. Semanas después Alberto se dedicó a algunas tareas menores, mientras que un destacamento de 40 hombres del Quiroz se fue a entrenar un mes en el Frente Camilo Torres Restrepo.
Para enero de 1994, fogueado en lo político y militar, disciplinado y metódico, recibe una misión que terminaría de marcarlo el resto de sus días: Sería el responsable de la comisión fundadora del Frente Guerrillero Luciano Ariza, que operaría en los territorios donde meses antes estuvo junto con el compañero Milton haciendo relaciones y conectando con las bases.
Darle vida el frente Luciano Ariza fue una decisión del Frente de Guerra Norte y esfuerzo contó con el apoyo de los frentes José Manuel Martínez Quiroz que envió nueve compañeros, Seis de Diciembre que envió a Edwin como responsable Militar entre otros y el frente Francisco Javier Castaño que aportó a dos compañeros, Leonardo y Yerli. Era la continuidad, como ya se dijo, del trabajo de base, logístico, político que había hecho Milton y del cual había formado parte Alberto.
Cuando fui la primera vez con el compañerp Milton, pensé que se trataba de trabajo netamente para finanzas, afirma Alberto quien desde entonces enfrentó por primera vez la presión de ser mando. No era lo mismo ser mando medio y consultar decisiones que ser mando y tener que decidir. Aprende a caminar solo, acompañado pero a la distancia sin respuestas inmediatas para lo que implicaba construir un nuevo frente guerrillero. La exigencia los obligó a desplegarse en el terreno y comenzar el denominado Trabajo Político Administrativo (TPO) en febrero. A finales de marzo llegaron al territorio los compañeros enviados desde el Seis de Diciembre.
Más que presión, Alberto respira miedo a lo desconocido cuando recuenta esos primeros meses. Acepté más por disciplina que por conocimiento. Tenía algunas capacidades pero no tan altas, pero siento que arrancamos bien y nos fue bien, dice alegremente.
Alberto puso en práctica la filosofía del compañero Milton, la de llevarse bien con toda la población, sería el responsable Político del nuevo frente; Eliseo y Julio Rumbo se encargarían de lo militar y lo Organizativo.
Fue un trabajo de pocos meses. En octubre ya habían rearticulado todo el trabajo que el ELN había hecho en la Guajira. Vereda por vereda, casa por casa, con el apoyo de la militancia de base lograron posicionarse. Lo militar fue más flojo, un ritmo bastante lento.
El trabajo urbano de masas comenzó a crecer por la particularidad del territorio. La gente vivía en la ciudad o caseríos periféricos del campo pero de día trabajaba la tierra y ese era el eje de articulación que apuntó la comisión fundadora para el éxito del implante guerrillero.
El nuevo frente debía garantizar su sostenimiento económico. Bajo la orientación de la conducción del Frente de Guerra Norte lograron ese mismo año la primera tarea militar de finanzas, con una recaudación de 55 millones de pesos de una tarea relámpago. Ese dinero lo Invirtieron en comprar diez fusiles, seis mil tiros y destinaron una parte al funcionamiento general.
Fue así como se celebró a principios de 1995 la I Asamblea del frente guerrillero y eligió la primera Dirección del Frente Guerrillero Luciano Ariza, con Alberto al mando Político, Inedia en lo Militar y Julio Rumbo en Masas y Logística. El naciente frente contaba con 30 guerrilleros, hombres y mujeres, en sus filas, incluyendo 12 incorporaciones realizadas al calor de los trabajos politícos y organizativos..
De la primera Asamblea se organizó el primer plan de trabajo como estructura con nuevas incursiones para el trabajo organizativo en los municipios de Barrancas, Fonseca, San Juan del cesar y Hato Nuevo. Mientras Inedia se encargó de lo militar con una escuadra, el resto del frente se dedicó a fortalecer la permanencia en los territorios y a explorar nuevos.
Los planteamientos a los productores de la zona eran claros y precisos. La presencia de la guerrilla generó estabilidad social y económica. Era una región golpeada por los proyectos minero extractivistas del Carbón. En su mayoría, el campo era trabajado por pequeños productos y campesinos, y la creciente incursión de grupos paramilitares sobre la zona comenzaba a trastocar el tejido social de los departamentos de la Guajira, Cesar, Magdalena y casi todo el karibe colombiano.
Lo más importante en los primeros dos años fue ganar capacidad para hacer acuerdos, lograr consensos. La primera orientación fue que toda colaboración fuera por acuerdos, de acuerdo a lo que tenía cada cual. Teníamos claros que en la guerra tienen que pagar los que más tienen que se han hecho ricos con el sudor de la gente. Nosotros cultivamos el espíritu voluntario y eso fue lo que tuvo más impacto, detalló Alberto.
Rompiendo el cascaron
Luciano Ariza había crecido. Caminaba con pies propio. Contaba con más de 40 guerrilleros, hombres y mujeres, el trabajo urbano se había fortalecido, las finanzas marchaban bien. Incluso se comenzó a establecer relaciones políticas en muchas cabeceras municipales.
Donde se hacia trabajo político organizativo la guerrilla y esa es la política del ELN, Luciano Ariza para 1996, debía quedar un colectivo de estudio y trabajo clandestino. Y el frente Luciano camino por esa carrilera del tren. Por eso el esfuerzo de organizar el trabajo obrero, con los pobladores del campo, con los estudiantes, entre otros, en todos los territorios.
Lo militar, confiesa Alberto, no fue le fuerte del frente en los primeros dos años. Pero, para 1997, sin embargo, contaban con dos escuadras militares, enviaron a 30 recién incorporados a formarse en las escuelas militares en las escuelas del Frente de Guerra Norte e intercambiaron compañeros y tareas con éste. El frente, por su crecimiento, se divide en dos comisiones. Una encargada del territorio originario o raizal, donde inicialmente se creo el frente. La otra comisión comenzó a articular y responder por el trabajo del eje de Fonseca.
Auge de masas
El trabajo del Luciano Ariza continuó la marcha. Uno de los objetivos era garantizar la logística para mantener el crecimiento de la estructura guerrillera, profundizar el trabajo de masas y mantener la influencia en el territorio.
Ese año de 1998 llegó el compañero Simón a fortalecer lo que se había alcanzado de trabajo político popular.
Algunas enseñanzas que permanecen vivas
Alberto con su sabiduría nos dice compa hay que saber actuar teniendo en cuenta el contexto o la situación. Mire cuando llega el compañero Diego como responsable militar no era fácil. Primero le tocaba conocer y adaptarse al terreno, y segundo orientar y planificar lo militar para impulsar el frente en un contexto de plena arremetida paramilitar en toda la costa Caribe.
Además habían dificultades con los hermanos de otras organizaciones guerrilleras que han sido una constante en la historia de la lucha popular colombiana. La madurez se puso a prueba cuando la Dirección del frente de guerra orientó que para tratar las dificultades con las Farc no quemar ni un tiro a no ser que fuera para defendernos.
Nos dice que el Frente Luciano Ariza aprendió mucho a hacer el trabajo político urbano y suburbano, casi que nos volvimos maestros en el arte de organizar al pueblo. En ese entonces se tomó la decisión de que los militantes se dedicaran con mucho esfuerzo y tiempo al trabajo organizativo para darle mayor solidez e influencia en a política central del ELN la construcción de poder popular.
La conversación con Alberto llegó a su momento iba llegando a su final. Las palabras eran más fluidas, las oraciones más espontáneas. En un breve descanso de media hora, bajo el cacao que nos cubría del inclemente sol, se había fumado un tabaco y tomado café.
Las historia del Luciano Ariza, hasta donde alcanza su memoria y experiencia como mando Político de este frente, estaba cerrando. Unas reflexiones finales sirvieron para contextualizar conceptos y hechos.
Hizo falta más esfuerzo” en lo militar, increpó. Había que hacer las cosas más en conjunto, se le dejó ese trabajo solo al responsable militar, a Inedia, reconoce.
Siendo autocrítico que debí impulsar más, hacer mayor esfuerzo conjunto, señala.
En lo político considera que hubo un acierto de 80% en lo que se planificaba. A pesar de las turbulencias, del poco desempeño militar, el frente había logrado sintonía con el trabajo de masas, además de levantar un trabajo con los milicianos de la región..
Dice con entusiasmo Alberto rememorando esos años, nos ganamos el reconocimiento del pueblo por la forma de actuar. Respeto y cuidado a la gente fue lo surtió efecto en el trabajo político. El diálogo permanente para resolver problemas y evitar el atropello a la gente”, recuenta Alberto.
Resolver un problema de seguridad con ajusticiamiento, por ejemplo, era la última salida y había que evaluar e investigar a fondo porque así alguien hubiese sido culpable de algún delito, esa persona tenía dolientes y eso causaba rencores. Siempre fuimos cuidadosos con eso, puntualizó.
Hoy, con la experiencia a cuesta llena de aciertos y desaciertos, considera que el trabajo político con los militantes es lo más importante que debe rescatar y fortalecer la organización. Es lo que a la final sostendrá el proyecto, concluyó.
Alberto fue particularmente machista desde niño. Aunque su padre era un hombre amoroso con sus hijos y su esposa, reproducía el concepto y roles del hombre y la mujer de la sociedad colombiana. Sus primeros años en la guerrilla le sirvieron para transformar o poner en jaque su concepción machista tradicional.
Hoy defiende que las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres para asumir cualquier responsabilidad, incluso apuesta a que ellas son más capaces en áreas dónde los hombres mantienen un control patriarcal.
La historia de la mujer es que ha sido sometida por los distintos sistemas sociales que ha impuesto la humanidad, demanda al tiempo que afirma como verdad insoslayable: La mujer en esta lucha por la vida es determinante y necesaria.
Recuerda que en los ejércitos tradicionales incluso en los revolucionarios la mujer nunca ha sido aceptada fácilmente. A pesar de que la Organización del ELN nunca ha asumido como política la discriminación hacia la mujer, se reproducen casos aislados de “machismo leninismo”, como se dice en la costa Karibe colombiana.
En la organización, aclara, existen corrientes y diversidad de pensamientos y sentires que se respetan, siempre y cuando no estén por encima del criterio y los principios de la organización, que son siempre de respeto al ser humano, de los seres vivos y de la mujer especialmente.