Historias,  Rebelde

La vida debe ser la escuela de la igualdad humana

Álvaro, conocido como Poeta en el Frente de Guerra Norte


Álvaro siempre ha destacado en el trabajo de masas por su facilidad para conectar con la gente y por la sonrisa que lo acompaña siempre.

Con el transcurrir de los años se ha ganado el apodo de Poeta, así lo conocen y llaman en todo el Frente de Guerra Norte porque conocen su afición a la literatura, especialmente a la poesía. Aunque su nombre de guerra sea menos conocido lo llamaremos en adelante Álvaro o Poeta, indistintamente.

Su fisionomía actual no ha cambiado tanto a la de aquel joven delgado con ojos saltones que ingresó al ELN a mitad de los noventa; aun es de pocas carnes.

Oriundo de Codazzi, departamento Cesar, se define como un hombre sensible que desde niño amó la poesía y la escritura; en el bachillerato comenzó a formarse con el estudio de los principales pensadores de Colombia y América Latina.

Con orgullo devela el origen de su condición humana y social. En el departamento del Cesar había mucha opulencia en unos pocos terratenientes y la gran mayoría no tenían nada. Esa sensibilidad viene además como herencia de mi abuela materna quien fue enfermera y partera en la población; ella atendía a la gente con mucho amor, con mucho cariño y sin esperar nada a cambio.

Contaba entonces, apenas siendo un joven estudiante, con una sensibilidad natural y empatía con la gente de su misma condición social y estaba al al tanto del pensamiento de liberación que irradiaban los movimientos de izquierda en América.

Eso le permitió vincularse como vicepresidente a la Junta de Acción Comunal de su pueblo natal, antes de conocer o vincularse con la Organización. Dice de si mismo que ayudaba a la gente que no tenía casa con un terrenito, llegábamos a los barrios a hablar sobre los problemas de la tierra, los servicios, la educación, siempre he tenido ese contacto con la gente humilde..

El referente

Álvaro se incorporó al ELN siendo un joven estudiante universitario. Lo simbólico, la imagen de Camilo Torres, lo impactó. El cura Camilo era un referente político, ideológico y ético para nosotros, para los jóvenes. Por ese amor a los pueblos, el mensaje que hizo a los estudiantes; nosotros leíamos mucho a Camilo, sobre todo el análisis que había escrito sobre la realidad de Colombia.

Se unió al ELN también por aquella política del diálogo abierto más democrática y menos del Partido vertical, acota.

Los jóvenes no creíamos mucho en las elecciones aunque Camilo decía el que escruta elige, entonces esa postura frente a la elecciones me acercó también a la Organización del ELN porque en ese momento la gente pobre tenía otras luchas.

La política petrolera del ELN y frente a los recursos naturales fue vista por Álvaro como más nacionalista porque le daban duro al oleoducto Caño Limón-Coveñas; uno se alegraba porque ese petróleo no es pa’ los gringos, como decía el libro Petróleo colombiano, ganancia gringa’ de Jorge Villegas, concluyó.

Antes de su incorporación, Álvaro participaba en un colectivo cultural llamado Pablo Neruda, que no tenía nada que ver con la guerrilla, aclara. Teníamos una biblioteca cultural, organizábamos marchas y cada quien iba por las calles pidiendo un librito.

Esa inclinación por la literatura lo acercó al compañero Omar Chimila, que por entonces formaba parte de la Dirección del Frente Guerrillero Seis de Diciembre. Este último tenía una amplia trayectoria en los movimientos culturales de las costa Caribe. La empatía entre ambos fue inmediata, pero ese mismo día Omar fue capturado.

Semanas más tarde, Álvaro se acercó a un colectivo de base en Villa Germania buscando la vinculación con la Organización. Fue la primera vez que vi a un guerrillero uniformado, yo pensé que era un policía. Aproveché para hablar con la gente, me prestaron las Conclusiones del II Congreso, Nuevo gobierno y Poder Popular.

De nuevo, Poeta perdió el contacto con la guerrilla y no fue sino a través del movimiento estudiantil universitario que logra definitivamente hermanarse con la causa elena.

Patria Grande

Entre los escritores latinoamericanos que a mediados de los noventa dejaron huella en Álvaro destaca Enrique Dussel. Fue casual el encuentro por el entonces joven estudiante con Dussel en una venta de libros de segunda.

Encontré un libro de Enrique Dussel, La Pedagogía Latinoamericana de 1970 y me llamó la atención. Lo compré y comencé a leerlo, detalla Poeta al tiempo que reivindica en primer término el concepto de alteridad del filósofo y las luces de otro de los ensayos del Argentino- Mexicano titulado Filosofía de la liberación del año 1997.

Esta Filosofía de la liberación ampliaría el horizonte y los conceptos políticos y las ideas cristianas en las cuales Álvaro confiaba, porque a mediados de los noventa el pensamiento de Camilo Torres era estudiado por los jóvenes revolucionarios de la costa Caribe colombiana.

Se trata de reconocer al otro porque eso lo lleva a uno a mirar al otro, al prójimo, como lo que es, como un ser humano con toda sus dimensiones sociales, políticas, económicas, de sentimiento y eso me llevó a fortalecer la sensibilidad humana, heredada de mi abuela, detalló Alvaro.

Y agrega con orgullo. Yo decía que eso es como el sustento filosófico de lo que había aprendido de mi abuela, la alteridad, reconocer al otro, mirarlo como lo que es, como un humano, que no hay que atropellarlo, que hay que ponerse en el lugar de él.

Los revolucionarios, advierte Poeta, no pueden olvidar ni marginar ni ultrajar ni explotar a ningún otro ser humano; la vida debe ser la escuela de la igualdad humana, en términos de Fidel Castro.

Para este guerrillero de la palabra jocosa, del gesto solidario, el pensamiento de Dussel no solo lo marcó en su formación como sujeto político del ELN sino que lo llevó a profundizar en otros estudios y aportes como los de Eduardo Galeano, también de la Patria Grande.

Cuando Galeano explicaba cómo llegaron los españoles, cómo robaron el oro, cómo mataban a los posibles guerrilleros indígenas de la resistencia- en el vientre de las madres, entonces Poeta comienza a comprender la historia del saqueo colonial y la estructura del pensamiento de dominación actual.

Poeta siempre

Nuestro entrevistado no solo es un ferviente lector de literatura latinoamericana, sino de la filosofía y política, también escribe poemas que se han publicado en varias ediciones internas. Uno de los más conocidos es La llegada, con 500 ejemplares.

A los 15 años participó en un concurso de poesía y en otro de cuentos, en los cuales ganó primero y segundo lugar respectivamente. Me gané la primera platica, dice jocosamente.

Con el apoyo de la Universidad publiqué un pequeño libro de poesía de 15 poemas, explica. Cuando inició su vida como guerrillero la afición por la escritura continúo por otros senderos con el apoyo y estímulo del comandante Samuelito, quien era un defensor y promotor de la literatura y la cultura en general.

Sigo escribiendo poemas, componiendo canciones”, atina.

Poeta viene de una familia campesina pobre del departamento del Cesar. Su padre, un algodonero, fue víctima en los años 1990 de las políticas neoliberales que arrasaron con el campo en el Caribe colombiano.

La región era bastante complicada para los pobres porque estaba en crisis el sector algodonero con las políticas neoliberales. El departamento Cesar, sobre todo Codazzi y el centro de Cesar, era una región algodonera. Nosotros decíamos que el gobierno le echa la culpa a la guerrilla por la crisis económica pero a los algodoneros la guerrilla no los tocó y se fueron a la quiebra, resalta.

En esa crisis de los algodoneros, recuerda Poeta, muchos productores se suicidaban. Mi papá también sembraba algodón, poquito y recuerdo que él estaba llorando porque estaba la vaina de la crisis porque el pequeño y mediano agricultor no tenía la tecnología para regar la tierra y vivía mirando para arriba a ver si llovía.

Pasada la crisis del algodón, los sectores campesinos vieron una oportunidad en el carbón pero, lamenta Poeta, fueron falsas expectativas porque se dieron cuenta que ese negocio enriquecía a las multinacionales y a los políticos corruptos que le daban las concesiones a las multinacionales.

Cesar era un departamento de vocación y tradición agrícola y pecuaria, precisa Poeta. El contraste es la situación que se dio durante la década de 1990 y de 2000 en adelante. Comenzaron a desplazar a los campesinos, a quitarles la tierra, inquiere.

A partir de la década de 1980, los campesinos del departamento del Cesar se involucraron en la lucha por la recuperación de tierras y lograron fundar parcelas alrededor del municipio de El Copey, del muinicipio de Codazzi, del municipio de San Diego, La Paz, entre otros municipios. La gente sembraba ahuyama, yuca, maíz, patilla, tenía el pescado en el río, la ciénaga. El carbón ha sido una desgracia para la gente”, concluyó.

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