Historias,  Rebelde

La Claudia de piel negra, pequeña afro y ojos asombrados

Foto referencial.


El título de este breve perfil corresponde a la edición. El texto integral fue escrito por el compañero Martín Bateman (2019), uno de los impulsores del Frente Guerrillero Jaime Bateman Cayón a finales de la década de 1980.


En los Montes de María se venía el proceso de construcción e implantación del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) en la región. El trabajo rural y suburbano lo adelantaban compañeros militantes de Cartagena y Barranquilla en 1985.

Se retomaba la experiencia organizativa que el Partido Comunista Marxista Leninista de Colombia (PCC-ML) había dejado en la zona y se desarrollaba la dinámica político social del trabajo cristiano de la teología de la liberación.

El movimiento campesino tomaba fuerza desde la Asociación Nacional de Usuarios Campesina (ANUC) línea Sincelejo y grandes liderazgos se fueron gestando con la juventud organizándose en la defensa de sus convicciones y reivindicaciones.

En medio de las luchas por la tierra, la lucha por construir comunidad para enfrentar las agresivas medidas económicas aplicadas por la dictadura liberal conservadora; presidida por Belisario Antonio Betancur Cuartas, empezó Claudia a sentir la necesidad de la organización y de la lucha.

La consigna que recorría rebelde por los Montes de María «¡La tierra es pa’ quien la trabaja!», la fue comprometiendo con la causa campesina y fue así que se vio sentada debajo de un palo de totumo, junto a otras compañeras y compañeros, leyendo el periódico Hacha y Machete, órgano que difundía la ANUC línea Sincelejo.

Por esos parajes caminaban militantes elenos en la cotidianidad del trabajo político organizativo, militantes imbuidos en la lucha campesina, militantes llevando el canto revolucionario y la necesidad de la construcción de guerrilla en la sabana.

En ese contexto se incorporó Claudia al trabajo urbano y suburbano del ELN; joven de las sabanas de Sucre, hija de líder campesino y lideresa campesina, transcurría 1985.

Junto a un grupo de jóvenes, hijos también de líderes campesinos, Claudia se organizó en los GET (Grupo de Estudio y Trabajo), y empezó a comprender que la lucha se daba en todo el país, que había una oligarquía terrateniente que desde los tiempos de la colonia venía azotando al campesino despojándolos de sus tierras, que había que defenderse de ellos y de las bandas criminales que contrataban.

Fue así que conoció de Camilo, de Manuel, de Nicolás y de la mona Mariela. Claudia fue una de las primeras mujeres incorporadas en nuestro Frente. Llegó con sus ojos asombrados, su piel negra y su pequeño afro; y como dijo Alejo Durán en su canto: «como que era maluca la pelá».

Una vez estructuradas las primeras comisiones guerrilleras de nuestro trabajo suburbano eleno, Claudia pasó a la Comisión del Río en las sabanas de San Pedro. En la dinámica del trabajo conoció a Pedro, quien era el responsable de la comisión, y se emparejaron.

Ella asumió diversas responsabilidades: en comunicaciones, en salud y luego como integrante de la escuadra militar.

Cuando se vino la Fusión con el MIR Patria Libre, Claudia, en la nueva reestructuración del frente, ahora bajo el nombre de Jaime Bateman Cayón, quedó en la misma comisión.

Durante la toma de Chalán (Sucre), acción conjunta entre los frentes guerrilleros Alfredo Gómez Quiñones y Jaime Bateman Cayón, participó la Claudia combativa, con sus ojos asombrados, con su afro impregnado de pólvora. Vio caer a Astolfo (responsable militar) herido de muerte y con cierta frustración, golpeó la tierra con el puño cerrado e irrumpió en silencioso llanto.

Pedro, compañero de Claudia, comenzó a mostrar flaquezas. Se le asignó la tarea de combatir a la banda paramilitar de Oscar Méndez, en El Carmen de Bolívar, quien estaba al servicio de los terratenientes de la región y del Batallón de Infantería Nº 5 de Corozal.

Como no cumplía con la tarea, en una rápida investigación descubrimos la alianza que Pedro mantenía con el jefe de la banda: desertó y se colocó al servicio de éste.

Se nombró un nuevo comando para adelantar la tarea de búsqueda del paramilitar y en tres días, con una ración de bollos de mazorca, queso y panela, se logró dar de baja al jefe de la banda y a algunos de sus miembros. Esa misma noche, desde el sitio del campamento, se percibía la tranquilidad en la región y desde el pueblo, que aterrorizaba el jefe de la banda, se escuchaba música vallenata por todas partes.

Otro comando guerrillero salió en busca de Pedro, mientras tanto, Claudia había salido a salud hacia la capital. Esperábamos su regreso.

La negra, la de los ojos asombrados, la del pequeño afro, apareció asesinada y descuartizada en una cuneta de la carretera que va hacia el río. Un compañero de la base campesina nos relató los hechos: «veníamos en el Jeep y nos detuvo un retén de la banda que dirigía Pedro, cuando la identificaron, la bajaron y se la llevaron…

Pedro fue capturado con su grupo; habían penetrado a una zona para esconderse y luego de una breve indagación fueron encontrados y ajusticiados.

La recuerdo desde sus inicios en NUPALOM, interesada en la vida de Camilo, del Comandante Nicolás Rodríguez. La evoco contando sus recuerdos de niña campesina, de cómo fue creciendo su compromiso en nuestras filas. Recuerdo su risa cuando le cantábamos «la negra dice que ya no me quiere, pero yo sí quiero a mi negrita». Se me viene de golpe el olor a algodonales y a maíz biche, propios de las sabanas de Sucre.

Un comentario

  • TORIBIO

    El internet, sobre las manos y mentes envuentas con ideas libertarias de verdad que es una maravilla; dejarlo a un lado es un pecado. Es de advertir que mal usado en un peligro. Gracias a él, el Eeleeme a llegado a nuevos rincones de Colombia y el mundo sembrando las SEMILLAS DE EMANCIPACIÓN que otros sembrarán. Sólo las vías revolucionarias le devolverán a Colombia su dignidad y grandeza. Felicidades a los elenos y elenas en sus 60 años trochando sin fronteras…

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