Historias,  Rebelde

Frente suburbano, un maravilloso parto social. 1984-1986.

 

La esencia para hacer una revolución
es querer y amar a la gente”.
Manuel Pérez Martínez.

Por Luís Carlos Guerrero “Mosquerita”

Lo primero que se organizó en el territorio de Cartagena, norte y centro de Bolívar fue el frente guerrillero suburbano, sin más nombres ni apellidos, partiendo del acumulado que veníamos constituyendo. Lo de Frente Héroes de Cartagena como estructura urbana es un proceso posterior donde queda como frente urbano con territorio de operatividad Cartagena, ya que los procesos políticos militares del norte y centro de Bolívar pasaron a ser parte, en 1987, del Frente Jaime Bateman Cayón.

Sin que fuéramos muy conscientes de ello, profundizando en la historia, puedo afirmar que el surgimiento de la estructura o frente suburbano con un eje territorial de acción entre Cartagena, norte y centro de Bolívar, se hace desde las entrañas mismas de los conflictos sociales o del volcán social que hace erupción por las innumerables problemáticas políticos-sociales que va generando el desarrollo capitalista en esta subregión del Karibe colombiano.

Ayudó mucho a que surgiera el frente guerrillero, de un fuerte trabajo social comunitario, el hecho de que la mayoría de los compañeros y compañeras que formábamos la convergencia camilista teníamos raíces sociales comunitarias, bien fueran obreras, barriales, cristianas, estudiantiles, campesinas y/o afros. Era una fortaleza que el camilismo profundizó al punto de que con las Jornadas Camilistas se imprimió un libro escrito por el Sacerdote Everardo Ramírez Toro, titulado “Camilo y el Frente Unido”, en el año de 1984. Libro que nos servía de guía para estudiar el pensamiento de Camilo, como orientador y guía de acción en el trabajo ideológico y político organizativo.

En esos años -1983 y mitad de 1984-, siendo responsable del trabajo obrero, desde el equipo coordinador, desarrollo la tarea de propiciar la incorporación al ELN de compañeros líderes campesinos. En medio de todo el ajetreo sacaba un tiempo para ir a los municipios de San Juan, San Jacinto y Santa Catalina a organizar núcleos campesinos y animar las tomas de tierras. Andaba lleno de actividades y el estudio político lo hacía con los compañeros del equipo coordinador en largas jornadas nocturnas, amaneciendo con los ojos pegados a los libros y documentos.

Desde lo urbano forjando guerrilla rural

Yo era parte de todo ese gran esfuerzo colectivo que desde lo urbano hacíamos para acompañar o dar origen a procesos políticos organizativos campesinos, agrarios y suburbanos que serían soporte más adelante de estructuras de frentes guerrilleros rurales que se crean más tarde en todo el Norte colombiano.

No fue algo exclusivo de nosotros. Esta fue una práctica desarrollada por todos los núcleos urbanos del ELN karibeño y esto es supremamente importante, ya que la militancia urbana se hace presente, desde los mismos inicios, en la construcción de los frentes guerrilleros rurales desarrollando trabajo de masas, motivando procesos políticos y organizativos, constituyendo milicias y más adelante, incorporándose a las filas guerrilleras rurales lo cual llevó a que destacados militantes urbanos ofrendaran sus vidas por la causa revolucionaria en las montañas del Karibe colombiano.

Fueron esfuerzos articulados en una proyección revolucionaria de gran significado. De un lado, los frentes urbanos nacidos de la lucha popular batallando en las ciudades y del otro, los acumulados urbanos vinculados directamente a ser parte sustancial del esfuerzo creador de guerrilla rural, potenciando el acumulado de luchas rurales. Esto, a mi juicio, constituye una de las grandes lecciones y enseñanzas históricas para el momento actual pues es un método aún con plena validez.

Ambos procesos, guerrilla urbana y guerrilla rural tienen una raíz de lucha armada surgida desde el trabajo de masas, desde la lucha social y política y desde las innumerables batallas ideológicas. Sin reconstruir el tejido social y proyectar nuevas redes sociales, sin desarrollar la lucha ideológica no es posible reconstruir el Frente de Guerra Norte ni el desarrollo de la estrategia revolucionaria de guerra regional.

Me he preguntado cuando es la fecha del surgimiento del frente suburbano de Cartagena, Norte y Centro de Bolívar y la verdad lo he percibido como todo un proceso muy dinámico de acumulación de experiencias y de luchas de todo tipo fundamentalmente sociales, políticas e ideológicas culturales que comienzan desde el mismo instante en que fuimos asumiendo el camilismo como pensamiento y acción en el amor eficaz. No la percibo desde cuando llegué o llegamos muchos a declararnos militantes del ELN, sino cuando asumimos el ser militantes camilistas de las luchas populares. Es todo un recorrido y trayecto en el tiempo.

Llegan refuerzos

Uno de los acuerdos hechos con la Dirección Nacional, en la entrevista con Pablo Beltrán, fue que era necesario un acompañamiento directo para construir la estructura interna guerrillera clandestina en el frente suburbano por cuanto teníamos mucha experiencia en la lucha y organización de masas, en construir fuerza socio política, pero nos faltaba mayor dedicación y capacidad para adelantar la construcción organizativa de la estructura interna, toda la nucleación clandestina y formar la militancia político-militar.

Para este propósito la Dirección Nacional envía a dos compañeros del Regional 2, Luis Fernando Giraldo Builes, para acompañar el trabajo cristiano y el levantamiento de estructura político militar. Los compañeros llegan para julio de 1984. Con la llegada de Miguel y la compañera Ruth comenzamos una fase de estructuración político organizativa de carácter político militar y se separa lo interno de lo amplio para hacer una construcción más segura y duradera. Esto implicó que unos compañeros y compañeras le dedicaran mayor tiempo a la acción clandestina y edificar todo el andamiaje eleno renunciado a una vida política amplia.

A mi me tocó abandonar toda actividad amplia de masas y suspender la ida a instituciones públicas sociales como sedes sindicales, juntas comunales, iglesias y otras donde era visible mi actuación. Tuve que dejar de ser líder político social a pasar a ser líder guerrillero, un proceso que asumí conscientemente, desligando mi vida de la familia a quien veía cada determinado tiempo para no perder los nexos políticos con ella.

No fue fácil porque era quedar en suspenso y ganar una nueva dinámica de vida donde rompía con muchos lazos de afectos construidos durante toda una vida. No fue nada fácil vivir a tres cuadras o calles de mi familia y no ir a visitarla. También significó ganar nuevas rutinas porque antes de pasar a lo clandestino, siendo militante con vida pública, tenía una manera de ser y demostrar los ingresos que se derivaban de un trabajo al que iba todos los días y tenía unas horas de llegada a mi vivienda. Y toda la vecindad sabía que era líder social y pertenecía a una organización social educativa. Incluso yo animaba y participaba de las reuniones comunales en el barrio. Ahora me tocó construir otras leyendas y ganar otras rutinas.

Dada la situación de seguridad ante el enemigo que nos tenía en la mira, tuve que abandonar lugares que quedaron prohibidos para pasar o estar como las salas de cine, el centro de la ciudad, dado que era objeto de persecución política. Inició para mí una nueva vida, haciendo rupturas.

Formar militancia político militar

Para comenzar el proceso de estructuración político militar se hizo un análisis de cada una de las personas que militaban en la naciente estructura guerrillera, partiendo de los coordinadores sectoriales, territoriales y de la coordinación general para formar un primer anillo de militancia que era el de conducción. Dado que por la acción de masas había muchos compañeros con graves problemas de seguridad, a los que el enemigo tenía en la mira, entre ellos Enmanuel, Leonardo, Juancho Piña y mi persona, definimos el criterio de no llenar la dirección de la estructura político militar con compas “quemaos”, que eramos el 90 por ciento y que los seleccionados debían abandonar la vida política legal en los gremios sociales.

Esto significaba que no podían estar ligados a direcciones de gremios sociales, ni frecuentar sedes sindicales ni de otro tipo de organización social y dedicar tiempo a la actividad militante.

Este paso no fue fácil ya que implicaba hacer rompimiento con muchos vínculos sociales tanto en los gremios como de orden familiar en muchos casos, porque algunos compañeros tenían actividad laboral que les permitían ser militantes de organizaciones sindicales, también teníamos una actividad comunal por ser pobladores urbanos y éramos activos en los barrios pues al conocer la gente que éramos líderes sindicales, nos pedían la mano para lo comunal. ¿Cómo explicar en esos espacios que no íbamos a estar más con ellos?. ¿Cómo explicar a las familias que nos mudaríamos de vivienda porque ahora teníamos que vivir en casas de seguridad?.

Para el caso de la conducción estábamos Leonardo, Emmanuel, Juancho Piña, Kalet Gómez y mi persona, la mayoría quemaos, implicó un debate bastante amplio e intenso ya que se trataba de dar el paso adelante. Así que decidimos que unos dábamos el paso y otros mantenían sus vínculos como los traían atendidos colectivamente por mí, a través del trabajo obrero. En este caso quedé encargado de atender a Enmanuel, Juancho Piña y Leonardo.

Así la primera coordinación del frente suburbano quedó de la siguiente manera: Miguel, Luís Carlos, Pablo Hipotálamo y Cristobal (Kalet Gómez). Dividimos la responsabilidad y un primer plan de trabajo cuyo eje central era el levantamiento de los pilares de la estructura político militar, es decir, colectivos de militancia por sujetos y sectores sociales, además de la cuestión militar y logística. Las responsabilidades quedaron de esta manera: Miguel coordinador y responsable del trabajo constructor; asumí, por mi parte, como responsable del trabajo obrero; Cristobal, responsable del trabajo estudiantil; Pablo, en lo campesino y rural. Para este momento yo era integrante de la Comisión Nacional Obrera del ELN.

El trabajo barrial quedó asignado a dos compas: Cristobal y mi persona. La comunicación con la DN la llevaba el compañero Miguel. Se organizó una segunda línea de militantes formada por colectivos de conducción por sectores, quienes se encargaban de orientar asuntos del sector, ejecutar las políticas orientadas desde el coordinador y organizar a toda la militancia y premilitancia.

A partir de aquí fueron dos años, un poco después de la primera Asamblea Nacional del ELN, de intenso trabajo político organizativo clandestino y de estudio colectivo de las circulares de la DN, pues se trataba de ir profundizando la identidad ELENA en todo el conjunto de la coordinación, así como también hacia abajo en los colectivos de militancia que se comienzan a conformar en todos los sectores sociales.

Recuerdo que dedicábamos intensas jornadas de estudio nocturnas, para asimilar los principios organizativos, el programa de Simacota, los documentos producidos por la reunión nacional de 1983, en la cual participaron delegados de los núcleos de Barranquilla, el Armando Montaño y el Rubén Ardila en representación de todo el ELN del Regional 5 Costa Atlántica.

Dedicamos tiempos al estudio de las circulares nacionales y nos metimos a participar en la vida política de la organización. Muchas dormidas y también muchas roncadas, en medio de las lecturas fueron lanzadas al aire dado que el cansancio nos batía de madrugada, sin poder contener las risas que nos producía. El esfuerzo era tremendo porque nos tocaba hacer la misma dinámica con los colectivos de militantes y tocaba, para el caso popular, campesino y obrero, hacerlo en las horas de la noche y con amanecidas incorporadas.

El estudio nocturno era la única manera de hacer el ejercicio colectivo en una casa de seguridad a donde todos llegábamos, tensionados, después de dar vueltas y vueltas para detectar posibles seguimientos porque sabíamos que no éramos peras en dulce, muy a pesar de haber roto con muchos nexos amplios, políticos y familiares, sentíamos pasos del régimen respirándonos en la nuca.

Los primeros frutos

Producto de toda esa intensidad política logramos fortalecer la estructura con la constitución de los primeros colectivos por sectores sociales. En lo obrero sindical logramos organizar el colectivo madre de 5 militantes. Cada uno de los compañeros atendía colectivos de premilitantes o simpatizantes en distintas fábricas y empresas de servicios.

Se avanzó en organizar el colectivo estudiantil conformado por 4 militantes, también se organizaron todos los colectivos de premilitantes y/o simpatizantes en universidad y colegios de secundaria. De este trabajo de secundaria fue que salió Samuelito, quien perteneció en el año 1985 a un colectivo de militantes de estudiantes de secundaria y fue detenido por el enemigo saliendo de un taller político-militar.

También logramos estructurar la comisión suburbana y campesina conformada por 6 militantes con sus colectivos de base en distintos niveles de pertenencias al ELN, en los municipios del norte y centro de Bolívar. No avanzamos mucho en la construcción del colectivo barrial porque sobrevino una crisis al interior de muchos trabajos comunales cuando varios compañeros tenían que salir de la ciudad por asuntos laborales; también porque los compas militantes (Gustavo y Abel) se trasladaron a frentes rurales y finalmente porque muchos activistas estudiantiles y cristianos que estaban en los barrios se retiraron de los proyectos por temor a militar con el ELN…

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