Historias,  Rebelde

GUERRILLERO ENTRE EL CANTO Y LA BALA

Ricaurter Ariza, nací un viernes 27 de marzo de 1964. En realidad nacimos dos, mi madre parió mellos mellizos, uno negro y el otro blanco. Lo cierto es que a mi otro hermano le decían Mello negro y a mi me decían Mello blanco, para facilitar a la familia y nos pudieran diferenciar.

Nací en una población de la provincia de la Guajira, en un barrio pegado a las estribaciones de la cordillera del Perijá.

Cuando cumplimos los seis años nos enviaron a una escuela, esa escuela marcó una huella en mi ser, no porque iba a aprender mis primeras letras pues ya sabía leer, sino por la tropelería que se formaba al cantar el himno en el patio de formación. Después de rezar el Padre nuestro y el Ave María, izábamos la bandera tricolor.

Mi padre trabajaba en la Sierra de Perijá -como todo agricultor- sembrando café, yuca, malanga, plátano y maíz, que nunca faltó en la casa. Fue a él, que por primera vez le oí hablar de revolución, de la Revolución cubana, como fue la invasión a Playa Girón, de Fidel Castro y del internacionalista Che Guevara.

Mi papá se reunía una vez a la semana con otros compañeros en el fondo del patio de la casa, a uno de ellos le llamaban “El Cabezón” y a otro “Porfiao” y debatían después de leer una cartilla rebelde ilustrada con fotografías de hombres armados en formación. Con el tiempo comprendí que mi padre, «Porfiao» y «El Cabezón» hacían parte del Partido Comunista, fue entonces cuando comprendí que debía haber un cambio en la sociedad y que no era fácil hacer el entierro al capital mundial, pero que tampoco era imposible.

Empezaba mis pininos en la guitarra y a componer canciones sociales y panfletarias, era un adolescente de 14 años, más o menos. En 1978 ingresé al bachillerato, como se conocía entonces y comencé mi primer año con espíritu de guerrillero. Era espíritu, quizá influencia de mi padre porque yo no conocía a ninguna guerrilla, solo tuve referencias por las noticias de algunas acciones políticas y militares que hacían en el país.

En el transcurso del bachillerato empiezo mi carrera con los movimientos estudiantiles. Recuerdo que fue en cuarto año cuando conocí al profesor de historia y filosofía, Diego Murillo, quien moriría meses después en un accidente un poco confuso y dudoso. El profe nos invitó a cuatro compañeros más a la Sierra Nevada de Santa Marta para un encuentro con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), eso fue para mayo de 1983. Sencillamente no me gustó.

A Luchar

Toda mi formación de secundaria fue en la nocturna y no era fácil porque además trabajábamos. Entrábamos al instituto a las seis de la tarde y salíamos a las once de la noche, el trayecto a la casa era de una hora, por lo cual llegábamos a medianoche o una de la madrugada; a las cinco de la madrugada, con el olor del tinto en el fogón, nos levantábamos para irnos a trabajar en las algodoneras.

En el colegio ya tocaba la guitarra, cantaba y entre canciones de Hernando Marín y poesía de Rosendo Romero cantadas en el vallenato, hicimos el último año de bachillerato. Ese año, el Mello negro hacía cuarto de bachillerato porque aplazó Religión. El profesor le dijo, mire Mello Negro, usted nada más tiene que decir creo en Dios y le pongo la nota para que no pierda el año. Mi hermano le contestó de una vez, Si de esa forma voy a ganar el año, diciendo una mentira, perderé mi año. Así éramos en aquellos tiempo, adolescentes rebeldes, críticos, contestatarios.

Ya a mediados de 1986, yo viajaba para el municipio de Pailitas, un sitio conocido como El Burro que queda en el municipio de La Gloria, el municipio de Tamalameque perteneciente al departamento del Cesar y Banco departamento Magdalena acompañando a unos primos que trabajaban con la organización política A Luchar. Ese viaje significó mi primer contacto con una organización política. Pero se puso la cosa pelúa para los líderes de la zona y me tocó volver a mi tierra a cultivar con mi papá.

Las cosechas eran buenas, pero nunca hubo plata porque los intermediarios ganaban el triple en un día, lo que trabajábamos nosotros en nueve meses.

Milicias del ELN

Meses después del viaje al Magdalena, entro a un concurso en el SENA. Y aunque salí favorecido no fue por mucho tiempo. Al cuarto mes de iniciar mis estudios en el SENA, el cuerpo de inteligencia del Batallón Rondón llegó a buscarme en el instituto. Me tocó viajar a Barranquilla para tratar de eludir a la inteligencia y para estudiar derecho en la Universidad del Atlántico.

No pude ni matricularme, porque en esos días que llegué a Barranquilla había una movilización estudiantil y me puse hacer las bombas Molotov de la manifestación, bombas con las cuales logramos herir a tres policías con quemaduras leves. Como capturaron a dos estudiantes que me conocían, me tuve que ir a Villanueva, donde hice contacto con la milicia del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) y a la semana pude conocer al Pelo e’ Pita, quien era el responsable del trabajo en esa población. Ese mismo día ingresé a un colectivo como responsable del trabajo de masas.

En el incipiente trabajo de Villanueva, «Pelo e’ Pita» quedó comprometido a darnos la asistencia política, cosa que nunca cumplió. Como en el plan de trabajo nuestra función era participar en los movimientos sociales, nos pusimos al servicio de un paro campesino que se dio en Villanueva. Ahí comienzo a cantar mis canciones en la plaza, en una tarima, a todo el público.

Transcurrieron seis meses de ausencia de «Pelo e’ Pita» y no se qué información entregaba él al Frente Guerrillero pero me vi obligado a subir al sector Sierra Negra a averiguar por qué tanto abandono. Estando arriba, por pura casualidad me encuentro con «Pelo e’ pita’ y con el compañero Julio Rumbo; recuerdo que el Frente estaba haciendo una escuela de combatientes en la misma zona. Entonces hablé con el compa Julio, le expliqué mi situación y él me invitó a que participara en el evento. Fue allí mismo donde conocí a Simón, que era el responsable de Masas de la Estructura, el responsable Político era Fanner, el militar Edwin y el de Finanzas y Logística era Julio Rumbo.

El primer día, durante la noche, Simón hizo una reunión en la que participamos «Pelo e’ Pita» y mi persona; se hizo una evaluación donde quedó mal parado el «Pelo e’ Pita» por haber abandonado el trabajo en Villanueva.

Desde ese día, pasó un tiempo y nunca vi al hombre. Entró otro compañero a la responsabilidad suburbana en mi pueblo natal, llamado Gustavo y así empezó a caminar el trabajo en el poblado.

En una ocasión, participando en el festival de guitarra de Codazzi, cuando ya iba por la segunda ronda del concurso me llega una razón de una reunión con el compañero Simón, Gustavo y unos obreros del carbón. Abandoné el festival y me fui al sitio que me indicaron, a los pocos minutos de empezar la reunión, un vecino de la casa donde estábamos entró al patio con la excusa de buscar un conejo. No pasaron 20 minutos cuando nos cayó la plaga… el malparido hombre nos sapió.

Fuimos capturados y nos llevaron para Riohacha. Allá por las noches nos torturaban en una oficina de la Defensoría del Pueblo. Como a los dos días nos entregaron a la cárcel. El informe policial nos sindicaba como insurgentes o guerrilleros, pero como no comprobaron nada salimos a los 21 días en libertad.

En el transcurso de 1997 ya yo estaba preparado para tomar las riendas del trabajo. Asumí el compromiso de la subdirección urbana de Villanueva como responsable militar conformamos ocho núcleos y un comando de reacción integrado por nueve compañeros.

Comenzamos a brindar protección a la gente con todos los colectivos organizados. Fue en ese tiempo que Simón baja a la población a revisar uno por uno todos los colectivos, su formación política, ideológica, militar; después, nos evaluó a nosotros, al colectivo intermedio. Los responsables Político y de Masas salieron mal evaluados porque no entregaron ningún desarrollo en el trabajo. Con esos pormenores Simón entrega el informe a la Dirección del Frente Guerrillero y sacan al responsable político, Hermes, quien luego nos traicionó, se fue con la plaga.

Ya para 1998 asumí como responsable Político de la Dirección suburbana. Había la presión de los paramilitares con amenazas de masacrar al pueblo, que entraron por la noche con mazo tumbando las puertas de una casa del barrio. Al escuchar los estruendos de los golpes, salimos a combatir a los paracos y la gente del barrio también salió. Incineramos las camionetas en las cuales se movían y les causamos varias bajas no recuerdo cuántas exactamente.

Mi función como responsable político fue patrullar de día y de noche con todos los colectivos que teníamos organizados. Fue cuando entonces empezaba el enemigo a ponerme en su mira. El General Salatiel, del grupo Rondón, pagaba 20 millones de pesos para que le dijeran en donde estaba yo.

No recuerdo qué mes, pero estando con esta responsabilidad me llega una convocatoria de Simón y Diego para ir a la Sierra, para mi sorpresa habían capturado a un sargento del Ejército que estaba acantonado en Villanueva, quien confesó que apenas bajara de la Sierra vamos a capturar al Mello Blanco para cortarle los huevos. Él cargaba una cuchilla, ya me tenían ubicado. En vista de los acontecimientos, los compañeros de la Dirección me pidieron la incorporación a lo interno. Comenzó mi vida como guerrillero en el monte, me entregaron un uniforme y un fusil AK 47 y me orientaron hacer el trabajo político organizativo en la Sierra.

En el brazo armado nos dedicamos a construir nuevos colectivos y reforzar los que ya estaban organizados, asistencia a las Juntas de Acción Comunal, hicimos un paro armado por el mal estado de las carreteras.

A lo interno, corría el año 1999, organizamos un disco compacto (CD) de grabación, recogimos entre los guerrilleros las canciones y compramos unos aparatos y los subimos a la Sierra. Hicimos un estudio de grabación allá arriba, con tablas aserradas. Los músicos eran de la milicia y comenzamos a elaborar el CD en la zona.

Eramos buenos músicos, lo único que no teníamos era acordeonero y acordamos realizar el acordeón con un sintetizador, es decir, con un piano. Era nuestra primera experiencia grabando en la Sierra. Participó con su voz la compañera Stefanny y el compañero José en las grabaciones musicales del Frente.

Recuerdo que, con la campaña militar que se hizo en Villanueva y Urumita, más que todo en Urumita, iba la tropa nuestra por el camino cuando la sorpresa, venía la tropa enemiga por el mismo camino. En la confusión, la guerrilla traía el arma en porte y con la misma dispara el fusil con la granada puesta y se la clavó en el estómago a un soldado. Con la gritería y la plomera, gritaba el soldado me rindo, me rindo. De ese hecho nació la canción Me rindo, me rindo, me rindo, gritaba un soldado en pleno combate.

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