Las comunidades de Fe y la Paz

Por Mauricio Iguarán

La solución política al conflicto armado, social y ambiental requiere la participación de las comunidades de fe, las cuales han expresado su interés en aportar en el proceso de paz entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El cristianismo y demás comunidades de Fe no son ajenas al conflicto: son perseguidos, incluso les han asesinado líderes y lideresas; también sufren las calamidades económicas que sufren las mayorías, les toca pagar pésimos y caros servicios públicos, a veces no se comen las tres comidas, no tienen una vivienda digna, sus hijos no tienen posibilidades de estudiar, entre otras necesidades básica.

En este momento político, en donde la esperanza está empuñada por los de abajo, por los humildes y por las organizaciones y personas que quieren un destino con paz y justicia social, está a la orden del día la participación de las comunidades de Fe. Como ELN estamos de acuerdo con lo expresado por los líderes religiosos, en que la Verdad es garantía de justicia. No creemos en una paz que victimice la verdad.

Desde el ELN le apostamos a un proceso de participación con perspectiva interreligiosa que logre articular en el objetivo supremo y sublime de la paz a todas y todos los colombianos. En aras de contribuir a la agenda de transformaciones que necesita el país es común el dialogo entre musulmanes y cristianos, o entre uno de la iglesia pentescostal con otro u otra de la Iglesia católica.

«Por eso la Revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos. «Es cierto que no haya autoridad sino de parte de Dios» (S. Pablo, Rom..1). Pero Santo Tomás dice que la atribución concreta de la autoridad la hace el pueblo».

Cura Camilo Torres Restrepo

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Un pastor cristiano a manera de reflexión afirmó: «La indiferencia a la necesidad de mi prójimo me alcanzará» Es un llamado a la sensibilidad social, a sentir el dolor de cualquiera en cualquier parte del mundo. Ese es el sentido de la participación desde la espiritualidad y religiosidad.

Le estamos dando un ejemplo al mundo de paz, aceptación y respeto a la diferencia, de no construir uniformidades, sino de armonizar diferencias, pues creemos que la paz es un crisol de ideas sin hegemonías ni imposiciones.

La participación de las comunidades de fe en la paz va más allá de cualquier periodo presidencial, es una practica diaria, es una opción de vida y un compromiso sin caducidad. Invito a todas las personas que pertenezcan a cualquier comunidad de fe a continuar, a no desfallecer en este propósito de paz con justicia social y ambiental. De igual forma, les manifestamos que nuestro objetivo no es instrumentalizarlos, sino que hagamos parte de esa gran alianza social y política que conduzca a un Gran Acuerdo Nacional como se acordó en el segundo Ciclo de México.

En la institucionalidad del ELN está contemplado «respetar las ideas y actitudes políticas, filosóficas y religiosas de la población». Eso nos da la posibilidad de dialogar en armonía con las comunidades de fe en el propósito de la paz y la solución política.

Le apostamos a la participación no solo de los líderes y lideresas religiosas, sino fundamentalemente a las comunidades de fe que viven en los territorios, que expresen sus inquietudes y sus propuestas, que dialoguen con las demás poblaciones y sectores sociales, que se unan con los obreros, estudiantes, mujeres, personas con discapacidad. Entre todos y todas podemos derrotar el miedo, la indiferencia y la apatía. Colombia y su gente merecemos un presente y futuro con justicia social, en donde el amor a la humanidad pulverice el odio, la discriminación y la violencia. Y en ese propósito tengo la certeza que las comunidades de fe estarán en la vanguardia con gozo, optimismo y alegría.