Historias,  Rebelde

NACIMOS, CRECIMOS Y NOS MANTENEMOS EN EL CAMPO

 

El compa Pedrito como se le dice cariñosamente nos dice con tono fuerte, mire mi hermano si el guerrillero no tiene claro que debe producir no podrá resistir. Esta es la frase con la que inaugura la conversación con este curtido guerrillero en este recorrido que estamos haciendo por el territorio insurgente caribeño dando a conocer las vivencias, sueños y esperanzas de la guerrilla camilista del Ejército de Liberación Nacional (ELN). .

Nos encontramos con Pedrito con el canto de los gallos, hora en que comienza el día de Pedro. Abandona la habitación con un desgastado pantalón de dril color hierba un tanto curtido en los muslos. En el entambao de madera de la sala se pone un par de botas de caucho viejas y salta a la cocina, sin camisa, para montar en el fogón el tintico mientras se fuma un cigarrillo.

Mirando la cordillera central de Colombia, que se divisa desde el pórtico de la casa, recoge de un gancho anclado en un listón un machete enfundado en un cuero cimarrón -descosido en la boquilla-, se amarra el cordel a la cintura y coge la camisa de trabajo, que más bien pudiéramos llamar uniforme, descolorida y transparente del sudor, con la apariencia de una carta estrujada por varias generaciones y unas figuritas ininteligibles sobre el pecho, en la marcha hacia la colina se la abotona hasta la mitad tal vez para tomar aire o porque el tiempo le arrancó por la fuerza los últimos dos botones que limitan en el cuello.

Camina presuroso como ganando tiempo o más bien adelantándolo. Va llover, dice de manera premonitoria mientras mira el cielo y le sigue el paso a la tierra que trabaja junto con una mujer y cuatro hombres más.

Eran días de abundante y silencioso calor. Trabajaba en el gallinero con cierto misterio piadoso: Esta noche los gallos, gallinas y pavos duermen aquí porque viene la menguante y voy a sembrar, se les acabó la fiesta con el ají, cecea y sonríe, mientras las aves picoteaban una pequeña siembra de ajonjolí, sordas e ignorantes de su inminente destino, el nuevo gallinero.

El segundo día nos sentamos debajo de un palo -árbol- de papaya, con las frutas casi sobre nuestras cabezas. Ponga cuidado, decía, que me va pisar esa matica de ají… mejor busco una tabla para que estemos más cómodos y se fue por el bosque a buscar el madero murmurando algo gracioso sobre el ataque que la noche anterior hicieron algunos animales sobre las papayas.

Ellos también comen, decía en referencia a las papayas picoteadas o arrancadas de tajo al final de la pendiente, hacia el arroyo, donde se levanta una pequeña cortina de árboles en los cuales bailan brincando de ramo en ramo los monoscotú, micos y marimondas, disputando o marcando territorio, vigilantes, planificando la próxima avanzada sobre los frutales.

Nos mantenemos en el campo”

Las horas pasaron un poco desordenadas, como antojadizas, aunque sistemáticas como el canto de los gallos, como el picoteo de las gallinas, como el mugido de las vacas.

Pedro las descontaba limpiando el monte, cortando leña, cuajando suero, pensando en la instalación del trapiche para que no falte el dulce, aprovechando cada pedacito para sembrar, pensando en las matas de caracolí que sembró meses atrás al borde de la quebradita para que el agua sea abundante, porque este verano hijueputa acaba con todo, hablando con Josué sobre la casita que le va construir con la madera de un árbol que acababa de cortar, ya que a ese pobre viejito lo explotaron toda la vida y no tiene nada… pa que tenga donde criar sus gallinitas.

Con problemas de salud a cuestas, sumados como rosario por más de 15 años de combate, Pedro se encuentra hoy asumiendo tareas económicas y productivas del ELN en un asentamiento de base. Conserva fuerzas suficientes para emprender este trabajo que, aunque aprendió y heredó de su familia, cultivó como eleno en la línea de fuego desde mediados de los noventa hasta hace poco que le tocó asumir otras tareas..

Los campesinos de la zona lo aprecian, lo ven como un referente, como el amigo de la conversa fácil que reflexiona sobre las noticias del momento, el que orienta sobre lo que hay que hacer y da el consejo personal a quien lo necesite.

Siempre está presto a recibir a las personas que conocen de su paradero. A los invitados los trata como si fueran familias de toda la vida. Siéntese por aquí doña sutana, cómase esta yuquita… Tocayo llévese una papayita, tómese un tintico… Fulano, cuánto va sembrar usted de arroz… Ponga cuidado con esas reuniones, vea bien lo que dicen. Aún en medio de la clandestinidad sabe sacarle jugo a la vida..

Con la misma sencillez consulta hasta las cosas más elementales. ¿Y si metemos este palo así, qué le parece?… ¿y cómo cree usted que podemos poner la puertecita?… ¿echamos veinte puños de arroz pa’ pilar, mitad y mitad?”.

De pronto anuncia, como dando un concepto, como citando algún autor desconocido: Nosotros nacimos, crecimos y nos mantenemos en el campo. Mira las cosas en su complejidad y simpleza y aunque no lo diga, se describe asimismo como un campesino de las tierras planas – Llanuras- del departamento del Magdalena, pero a la vieja usanza guerrillera de quien combate y siembra al mismo tiempo en la ofensiva, en la retaguardia, en el campo o en la ciudad.

Economía de guerra

Cuando habla del campo lo hace sintiendo que son las políticas económicas del ELN. Sembrar, producir, autoabastecerse, acompañar al campesino, a los indígenas, a los afros y estar en sus luchas, compartir, solidarizarse con los más pobres.

Lo que en el ELN comenzó a denominar economía de guerra de mediados de la década de 1990, diversificada, auto sostenible, en justanza con la población del campo, es lo que hoy practica este campesinoguerrillero en un caserío montañoso del caribe colombiano..

En la arremetida contra insurgente el enemigo nos cerró todas las vías de acceso y entonces la Organización orientó la nueva economía de guerra, cuenta en abierta alusión a los operativos militares, cercos, controles y arremetidas ejecutados por el ejército y los paramilitares en la Sierra Nevada en todo este siglo 21.

El Frente de Guerra Norte impulsó esta nueva política. Se conformaron las comisiones de producción permanente para cultivos mixtos, con los pobladores del campo, y los guerrilleros sembrando arroz, maíz, frijol, plátano, yuca, criando cochinos y gallinas.

Las compañías militares también tenían, nos cuenta Pedrito, asignadas áreas de producción. Se turnan las tareas militares con las del campo, coordinadas con las comisiones de trabajo político organizativo de los frentes guerrilleros. Eso nos ayudó a sostenernos, resalta y al mismo tiempo precisa que donde se movía la guerrilla se iba sembrando y se cumplía, desde que se limpiaba la tierra y se sembraba hasta que se cosechaba.

Llegaron tiempos en los que el café se tomaba sin dulce, el aceite se sacaba de los gorditos de una vaca, si un milagro permitía que apareciera una vaca y cada quien se hacía de aceite con un potecito para el arroz o lo que hubiere, o recibía una ración de cambur para salir a las tareas militares, eran los tiempos en los que se combatía hasta con tres, cuatro o cinco días de hambre a cuesta y con los pertrechos exactos para replegarse o pegarse un tiro antes de que la plaga -tropas de las fuerzas militares- los capturaran.

Internet no había llegado a los campos de Colombia. Pero con unos libros, cartillas y películas sobre la guerra de Vietnam y cómo resistieron los vietnamitas a la invasión gringa, se estudiaba como hacer la economía de resistencia en todo el Frente de Guerra Norte.

El hábito del trabajo nos ayudó a resistir. Si el guerrillero no tiene claro que el territorio donde está es para producir no podrá resistir”, reflexiona el Viejo Pedro, como algunos compañeros también lo llaman.

Y entones la lógica y el pensamiento económico también cambian. No solo se produce para resistir, sino para desarrollar la estrategia, invertir en lo necesario y sostenerse con lo poco, y con lo poco producir más y mejor. Todo es una técnica, se le escucha decir varias veces en referencia a casi todo lo que hace.

El sol ya despuntaba sobre la montaña y mientras hablaba de la economía de guerra, en la parcela se reflejaba aquella experiencia tan cercana como la papaya que comíamos. Por la ladera oriental tiene arroz, al fondo la yuca, el plátano, la caña y un trapiche, la papaya, ajonjolí y ajíes están en perfecta comunión en la ladera central, a un costado de la casa y se corren hacia el arroyo, en el costado occidental tiene lista la tierra para sembrar patilla, mientras que las gallinas y los pavos cuentan con un nuevo corral y los cerdos y vacas tienen su pedacito de tierra.

Sin una aparente ubicación premeditada para cada cultivo y animal, se aprecia el aprovechamiento práctico de cada rincón de aquella tierra casi inhóspita.

De dónde vengo

A la sombra de un árbol inmenso, con la tierra mojada por la lluvia que tanto vaticinó 48 horas antes -más por esperanza que por certeza-, nos sentamos a escudriñar sus orígenes en el devenir campesino y guerrillero desde los años 1990.

La tarde anterior la pasamos bajo el mismo árbol pilando arroz, turnándonos con El Catire y con Sergio y de repente Pedro interrumpía: Quítese, que viene el viento, y comenzaba a ventear el arroz mientras hablaba cualquier tema y el afrecho caía sobre los pies.

Esa mañana, con el cielo nublado fue venteando también los recuerdos. Empezó con una vaga referencia sobre Francisco Javier Castaño, quien se destacó como líder campesino de Fundación, Magdalena, de finales de la década del ochenta, y fue asesinado por el paramilitarismo en el contexto de la lucha por la recuperación de tierras.

En 1991 el Frente de Guerra Norte le hizo honor a este líder campesino al fundar, a través de una comisión lo que meses después se conocería como Frente Guerrillero Francisco Javier Castaño y que desde luego sería la casa de Pedro hasta nuestros días.

Un año antes, era un adolescente de aspecto desgarbado, cabello castaño oscuro, trabajaba con su padre una parcelita en el Magdalena, donde su viejo era líder comunitario; él participaba en el Movimiento Juvenil de la zona, influenciado por las Fuerza Armada Revolucionaria de Colombia (FARC), que había hecho la toma del puesto de policía de Minca e influenciaba las demás zonas con su presencia.

Los que estábamos estudiando en el colegio agropecuario estuvimos de acuerdo con los planteamientos de las FARC y le metimos a la propuesta de cómo trabajar el movimiento estudiantil con respecto a la educación y a las condiciones del campo, detalla Pedro.

Lo primero que hicieron fue trabajar la vinculación del sector estudiantil con el campesino, de manera articulada y lo hicieron sobre la base de un trabajo previo en el cual estaban vinculadas 40 comunidades.

Lo segundo fue presentar ante el gobierno las siguientes propuestas: revisión de los impuestos de la Caja Agraria, la recuperación de tierras, proyectos para carreteras y vialidad en general, centros de salud y educación para el sector campesino.

La tercera propuesta, en la cual Pedro participó activamente como coordinador de cuarto año de bachillerato del Movimiento Juvenil, fue la construcción de nuevos centros educativos de secundaria. Los que existían para el momento se ubicaban en los sectores semiurbanos, distantes para la mayoría de las familias campesinas.

En Lourdes

Las condiciones de seguridad para su padre fueron empeorando en el Magdalena, cerca de Minca, lo habían herido en 1989 durante una recuperación de tierras, estaba judicializado y en la mira del DAS y del antiguo F2, lo que conocían como Mano Negra.

En 1990 el Estado arreció la persecución contra líderes sociales y campesinos, la familia de Israel tuvo que mudarse sin previo aviso a una población cercana llamada Lourdes, en la Sierra Nevada, donde comenzaron a producir café, cacao y la cría de ganado a pequeña escala en una pequeña parcelita.

Le huían inútilmente a la violencia del Estado desde 1990. Y no es que hubieran renunciado al derecho de pelear por la tierra, solo lo habían postergado mientras otras condiciones se iban cocinando en toda la serranía.

Ese mismo año, cuando Israel apenas tenía 14 veranos encima, el ELN se presentó en la finca de su padre para conversar sobre las propuestas de organización de base que venían desarrollando en otras regiones. El Mono o Pelo e’ Pita era el pausado y convincente vocero de aquella comisión.

Mi papá escuchó la propuesta de los elenos sin ningún compromiso, refiere el Viejo Pedro, aunque no pasaron muchos días para que su familia se sintiera identificada con el ELN, que en ese momento buscaba articular el trabajo de las movilizaciones campesinas.

La recomendación del padre de Pedro fue clara y precisa, Denle poquito a poco al trabajo, con paciencia, deben hacer un trabajo de hormiga, pues se refería al copamiento que las FARC ya tenía sobre el territorio de Lourdes, con el apoyo de la gran mayoría de las familias.

Un comentario

  • Mikhail

    Buenas tardes! En algún momento lo q hasta el día de hoy, sigue siendo una especie de Utopía, se hará realidad y será realmente una linea productiva dentro de una gestión gubernamental de la República de Colombia…Asumo! Q son muchos los q verdaderamente, aún tienen ese sentimiento de arraigo con la tierra y el terruño, además de tener una voluntad enorme para seguir en la lucha e insistir en una verdadera Paz de Convivencia Social. Gracias! Sigan en su lucha y atento a las noticias. Por acá un amigo.

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