Karibeño Rebelde,  Paramilitarismo

Pescando en río revuelto, el paramilitarismo se niega a la paz

En los nuevos escenarios que se presentan en el país, donde el Gobierno Nacional busca instaurar una política de paz y vida, dialogando con los diferentes grupos armados, paramilitares y hasta grupos delincuenciales, no falta quienes quieran pescar en río revuelto, como dicen por ahí. Como es el caso de las Autodefensas Gaitanitas de Colombia (AGC), también conocidas como Clan del Golfo, que busca una expansión en medio del cese al fuego, como publicó el diario el Espectador en un artículo.

Y es que este grupo delincuencial ha iniciado toda una estrategia para seguir dominando territorios y fuentes económicas, en algunos casos camuflándose, infiltrando y permeando las luchas populares, como está ocurriendo con el actual paro de mineros en el Bajo Cauca y el Sur de Córdoba, donde desde el mismo Presidente de la República, hasta medios de comunicación nacionales han denunciado que detrás de las manifestaciones mineras que comenzaron el 2 del presente mes de forma pacifica y hasta ahora han dejado 2 muertos y más de 20 heridos, se encuentran tres estructuras del mencionado clan criminal.

Según mencionó el mismo Presidente Petro; el Clan del Golfo pagaría sueldos de entre 70 mil y 100 mil pesos a menores de edad para cometer actos de violencia en medio del paro, debido a que ellos servirían de muro de contención ante la fuerza pública.

Lejos de defender y apoyar la minería artesanal, este grupo criminal utiliza estas manifestaciones para mantener el control de la minería y seguir financiando sus estructuras, desplazando a los líderes naturales, bajo amenazas de ser objetivos militares y de esa forma imponer nuevos líderes que favorezcan sus intereses. Como lo aseguró una líder comunitaria en una entrevista a un medio nacional.

“Javier Daza, investigador nacional de Pares: “La Paz Total con el Clan del Golfo pasa por demostrar un poder territorial grande, en el sentido de la capacidad que tiene para movilizar a población civil para sus demandas. Esto se evidencia en los señalamientos de que está promoviendo el paro minero en Bajo Cauca o en el paro armado de mayo del año pasado en el que paralizaron a 11 departamentos”. El Espectador.

Daños graves al ambiente

Más allá del hecho de que la minería artesanal ha sido fuente histórica de ingresos de algunas comunidades que la han explotado en pequeñas escalas, por medio de la implementanción de palas y bateas y del derecho que ellas tienen a ser reconocidas y formalizadas. Tambíen es cierto que existe una minería ilegal que ha causado grandes daños al ambiente, que usa dragas, retroexcabadoras, moto bombas, entre otros; que van erocionando suelos, secando y contaminando ríos con todo tipo de desechos, como viene pasando desde hace variós años en los ríos: Puerto Libertador, San José de Uré, Ayapel y Montelíbano, de Córdoba. Com lo aseguró una investigaión realizada por la universidad de Córdoba, que menciona que estas fuentes hídricas tienen grandes concentraciones de mercurio.

Esto se debe a que por cada gramo de oro que se extrae se necesitan dos gramos de mercurio y este mercurio termina vertido en las aguas de los ríos sin nigún tipo de tratamiento o control, contaminando los ríos, los peces y causando enfermedades a las comunidades que viven alrededor de ellas.

Esto sin tomar en cuenta la erosión de los suelos causada por la sequía de los ríos y las extenciones de montañas derrumbadas debido a la explotación de la minería, que causan abalanchas, innundaciones ente otros desastres ambientales. Como ocurrió en el pueblo de San Juan, en Montelíbano Córdoba, que la abalancha del río San Pedro, producto de l mínería ilegal arrazó con el poblado en el 2009.

Como pueblo es necesario hacer frente a estas situaciones y entender que si se quiere contribuir a la paz no deben permitir que estos grupos sanguinarios se apoderen del erritorio, la denuncia y la movilización contante son necesarias para hacer frente a estos grupos. Y es deber del Gobierno Nacional poner freno a estos grupos de delincuentes que atentan contra la vida de la gente buena del país y del ambiente, para que el pueblo no se vea obligado a seguir empuñando las armas para defenderse y defender la naturaleza.

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